lunes, 13 de diciembre de 2021

¿Echas de menos el Cooperativo?

 NECESITAMOS TRABAJAR EN COOPERATIVO

Hablamos de trabajo cooperativo y sin embargo llevamos dos años repitiendo expresiones como: no te levantes, mantén la distancia, prohibido compartir con tus compañeros. Qué lejos de su significo original, “trabajar con otros de forma activa”. Parece que la pandemia nos ha hecho retroceder en el tiempo. Qué rabia, con lo que habíamos ganado a las formas de trabajo tradicionales en los colegios. Parece que hace un siglo que estábamos con los chicos en grupos, intentando fomentar otro estilo de hacer las cosas.

No siempre había sido así, y costó, pero habíamos llegado a una situación en la que habíamos comenzado a dar protagonismo a nuestros alumnos. Nuestros alumnos habían comenzado a ser los personajes principales del proceso de aprendizaje. Casi todas las metodologías que veníamos utilizando iban en la misma dirección, y en algunos casos hemos podido mantenerlo, pero se echa de menos.


                                     

Me pregunto qué será lo que los alumnos echan de menos de todo esto. Me pregunto qué será lo que prefieren. Trabajar como lo hacíamos antes o seguir en filas y cada uno a lo suyo. Me pregunto si habíamos avanzado tanto como para que los chicos quieran volver a las dinámicas de antes, aun siendo más exigentes. No olvidemos que ahora si yo no hago algo, la bronca me la llevo yo de mi profesor y de mis padres y punto. Antes eran mis propios compañeros los que me decían las cosas y me ponían las pilas. Que el grupo dependiese de mí era una responsabilidad que me generaba cierta tensión y me hacía sentir incómodo cuando no llevaba mi trabajo al día. Me hacía sentir una responsabilidad que trabajando yo sólo no tenía. Mis compañeros me animaban a tomar iniciativas que yo sólo nunca lo hubiese hecho. Recuerdo cómo teníamos que estar pendiente de las habilidades cooperativas y que cada uno teníamos una responsabilidad en el grupo.  Dicho así parece mucho más cómodo ser tu propio “jefe” y ser tú mismo el que te dices cómo y cuándo hacer las cosas. Y lo peor de todo era cuando teníamos que evaluarnos entre nosotros. Cuántas veces no habremos puesto la nota por ser amigo o no. Pero llegó un día en el que entendimos lo importante de valorar justamente el trabajo de los compañeros, sobre todo porque yo también quería que me evaluasen por lo que yo había trabajado.

De repente me doy cuenta de que esta forma de trabajar no estaba tan mal. Es vedad que suponía un esfuerzo extra, pero no estaba tan mal. Resulta que lo echo un poco de menos. Creo que sí que nos enseñó a ser más responsables con el trabajo, a creernos necesarios para los demás. Ten en cuenta que si yo no traía el trabajo, la cosa no salía adelante. Aprendí a organizarme y tomar iniciativas.



 Y todo esto ha sido posible casi sin darme cuenta y sin mencionar la palabra profesor. Éramos capaces de realizar todo esto, éramos nosotros los que nos organizábamos, disponíamos lo necesario, y nos decíamos todo lo necesitábamos. Él sólo nos planteaba el trabajo, nos daba las indicaciones, nos marcaba lo necesario para sacar buena o mala nota (rúbricas) y nos guiaba cuando era nos atascábamos con algo.

Ahora me doy cuenta de todo lo bueno que tenía trabajar así, me doy cuenta que merecía la pena. En el fondo estoy deseando volver a trabajar de esta manera. Estoy deseando volver a trabajar con mis compañeros y poder discutir con ellos y poner en común y distribuirnos tareas. En el fondo nos colocaba como actores principales de nuestros aprendizajes. Nos hacía reflexionar cómo habíamos logrado llegar a realizar el trabajo.  Nos preparaba para una sociedad menos individualista, más social, capaz de compartir aprendizajes y conocimientos.

 

Miguel de Frutos Velasco

Jefe de estudios de Primaria

Colegio Claret de Segovia



lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Tu colegio está preparado para las TIC?

 Consideraciones para que las TIC no te arruinen la sesión.


Lunes por la mañana. Este fin de semana has rematado las actividades de tu nuevo proyecto. Tras innumerables horas de preparación (con o sin la ayuda de un compañero/a) de las agrupaciones, el sistema de evaluación, la inclusión, la cultura de pensamiento y tras un sonado fiasco con los obsoletos mini-portátiles colegiales, has incluido una autorización para que el alumnado traiga su dispositivo al colegio. Todo tu alumnado saca el dispositivo con las baterías físicas y emocionales bien cargadas. Encienden, introducen la contraseña de la Wifi colegial y… No sabemos si hace falta describir el cuadro a continuación. Innumerables manos levantadas: - Profe, a mí no me va - ¡Jo, ¡qué lento, tarda dos años! - ¡Se nos ha ido la conexión!  Y, de pronto, suena el timbre que indica el final de la sesión. Todo el mundo levanta la cabeza de su dispositivo y se mira con la misma expresión de asombro y hastío. Sales del aula y le preguntas al Coordinador TIC, ese compañero o compañera que sabe un poquito más que los demás y que te contesta con una elevación de hombros, entre la resignación y el “¿Qué esperabas?”. Esta es la realidad de muchos centros y profesores que, espoleados por sus ganas de innovación o por la presión de sus equipos directivos, se lanzan a esta aventura del One to One.

 


Los centros y sus equipos directivos deben reflexionar sobre ciertas cuestiones críticas, para que este “querer avanzar” hacia el trabajo con dispositivos en el aula no se vuelva una pesadilla y fuente de frustración para todos. Y no hablo aquí solamente de las decisiones previas a nivel pedagógico sobre si tener dispositivos en el aula va a ser seña de identidad del trabajo a realizar, será un complemento o una decisión de cumplir con lo justo que la legislación imponga por decisiones de tipo ético, educativo o moral, sino de lo necesario para que la experiencia sea además de educativa, fiable y segura.

 

Primera curva: tu edificio.

Seguramente tu edificio es un edificio antiguo, que vaya desde lo señorial a lo directamente industrial. Gruesos muros de ladrillo, modernizado con alguna pared de cristal; interminables pasillos, esquinas y recovecos. Toda una trampa para las ondas de tu wifi que, estratégicamente situada para dar la mayor cobertura con el mínimo coste, no alcanza todas las aulas.

La única solución es llevar el cableado hasta cada aula. Sí, ya sé lo que estás pensando: es mucho, pero que mucho cable. En nuestro caso concreto, para llevar una doble conexión a cada aula y al ritmo de la primera y segunda fases, estamos hablando de más de 1.5 km. La solución que como centro tomamos fue la de poner una conexión cableada para el ordenador del profesorado y otra con una antena wifi que genera una red propia para esa aula.

Piensa que quizá no quieras que la red esté funcionando todo el tiempo, prepárala para poderla desconectar por fases.

Segunda curva: tu conexión.

Aunque hoy en día casi todos los centros situados en núcleos urbanos poseen fibra óptica, puede que tu centro, por encontrarse a las afueras o en un entorno rural, todavía no pueda acceder a ella y tu velocidad de conexión, así como su asimetría, te limite en todos los aspectos.



Es imprescindible una conexión de fibra óptica simétrica. ¿Qué significa esto? Se trata de una conexión de alta velocidad que, con la necesaria infraestructura, permita que la velocidad llegue a cada dispositivo y que la velocidad de subida y bajada sea la misma. Nuevamente, para que tu señal no empiece a repartirse y llegue famélica o no llegue a los dispositivos necesitas que el cable llegue al mayor número de dispositivos de manera directa. Tus antenas wifi (si no son de las carísimas) serán capaces de absorber un número determinado de equipos que, para tus cálculos, no van a ser varias aulas con sus 25 o 30 alumnos y alumnas. Tendrás que ir de una en una.

Tercera curva: tu infraestructura previa.

Tu centro seguro tiene cables, switches, repetidores wifi y, en casos excepcionales, un Firewall de aquella empresa que lo instaló a principios de milenio o del profesor entusiasta con exiguo presupuesto, que no está a la altura de los requerimientos de lo que hoy día se precisa. Además, puede que el criterio que llevó a crear la infraestructura de esa manera no sea la mejor en el momento actual.

Es probable que la categoría de los cables instalados y su antigüedad, además de su longitud, estén limitando tu velocidad. También, si discurren cerca de la instalación eléctrica, las interferencias lo harán. A estas alturas, ya te habrás dado cuenta: más cable. Si es posible, de categoría 6 o superior y con apantallado si va cerca del circuito eléctrico.

Tus Switches y cualquier elemento de red debe ser gigabit, de lo contrario el cuello de botella y la limitación de velocidad está servida. Revisa todo el material y si no es gigabit, descártalo. Ya sé que parece que está nuevo y que funciona bien, pero hazme caso, DESCÁRTALO. Y si no quieres tener el almacén lleno de cosas que no utilizarás, dónalo o llévalo a un punto limpio.

Asegúrate de que las conexiones, crimpados y demás son limpios y no pierdes velocidad. ¿En cada uno? Sí. Ahorrarás tiempo en caso de buscar, después de tener todo montado, dónde demonios se han ido esos megas de velocidad.

Ve más allá de lo necesario. Seguramente lo vas a necesitar en menos tiempo del que crees.

Es necesario tener un documento de redes y servicios bien claro, actualizado y con recomendaciones para dummies (del tipo ¿está el cable bien conectado? Si es así comprueba que estás en la red adecuada… ¿Has escrito bien la contraseña?). Ya sabéis… usando el pensamiento computacional. De lo contrario el día que tú o vosotros no estéis, nadie sabrá por dónde va qué, cuáles son las contraseñas o por qué el ordenador del laboratorio no tiene conexión.

Cuarta curva: la seguridad.

Se estima que casi el 85% del contenido de internet es inapropiado para alumnado en edad escolar obligatoria y la seguridad de que el alumnado no va a poder acceder al mismo (al menos desde la red colegial y en horario lectivo) tiene que ser plena.

Sé que no es un recurso barato y, en la mayoría de los casos, es una tortura configurarlo para que funcione como queremos y deje a los libros digitales acceder, pero necesitas un Firewall y este debe ser de calidad. Además de controlar el tráfico y optimizar la velocidad y carga de las conexiones, te permitirá dormir tranquilo sin encontrarte una denuncia de una familia por no proteger a un menor de contenido inapropiado.

Además, hay que establecer un protocolo de cambio de contraseñas para que todo el alumnado del colegio no acabe con el teléfono continuamente enchufado cada vez que todo se pone en marcha. El firewall puede ayudarte no dejando que determinado tipo de dispositivos puedan conectarse en determinadas redes. O a lo mejor si los equipos son colegiales, se puede identificar cada equipo con su dirección IP (esto sería lo ideal si los equipos son colegiales o los usuarios lo permiten).

Quinta curva: tu presupuesto.

Puede que esta sea otra curva en tu camino o no. En nuestra experiencia personal de colegio pequeño, en situación postpandemia y luchando por mantener nuestro flujo de alumnado, sí lo ha sido y lo sigue siendo.

Habrá cuestiones en las que el presupuesto es innegociable: Firewall, categoría de los cables y calidad de los dispositivos de distribución de la señal (switches y antenas). Pero hay otras en las que podemos optimizar el presupuesto. Por ejemplo, el esquema de red. ¿Todas las clases necesitan que todo el alumnado se conecte? ¿Dónde colocar los elementos de distribución para ahorrar cable? ¿Qué empresa me ofrece la mejor relación calidad-precio?

Nuestra opción personal ante la necesidad de abarcar el máximo posible con el menor presupuesto, nos llevó a completar la infraestructura nosotros mismos. Sí, nos formamos de manera no reglada y, con el asesoramiento de la empresa que realiza el mantenimiento de los equipos de oficina, nos lanzamos al asunto. Sí, utilizamos horas fuera de toda jornada lectiva y no lectiva para ir haciéndolo realidad, personal de mantenimiento incluido (que nos teme cada vez que aparecemos por la garita). ¡¡Y sí, utilizamos el aprendizaje servicio para que el alumnado de Tecnología de 4º de ESO nos ayudara en la tediosa tarea de crimpar las conexiones rj45!!

Tras dos de las cuatro fases en las que dividimos el proyecto ya ejecutadas, todo funciona de la manera esperada: el profesor siempre tiene internet y el alumnado se conecta para las tareas sin problema y, salvo algún problema muy puntual que se suele resolver con el protocolo para dummies, los quebraderos de cabeza ahora suelen estar con los equipos. Pero esa es otra historia que, si me dejan…, algún día os contaré.


Israel Delgado

Jefe de Estudios de ESO 

Colegio Claret de Aranda de Duero

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

LA CONVIVENCIA ES UN CAMINO DE IDA Y VUELTA

 COLEGIOS QUE MEJORAN LA SOCIEDAD

En educación, todos los caminos tienen que ser recorridos en los dos sentidos que conectan a las personas.

A veces me cuesta explicar la diferencia entre dirección y sentido en mis clases. Entiéndeme: La dirección es la línea que une dos puntos y el sentido es el recorrido que elegimos hacer para ir de uno a otro.

La convivencia diaria produce uniones que siempre van de una persona a otra. No es importante su duración en el tiempo, sabemos que hay encuentros muy cortos que marcan una vida. Pocos sitios hay que sean capaces de crear interacciones tan diversas, intensas y significativas como las que aparecen en los colegios. Esto convierte la labor educativa no solo en un derecho, es la obligación de garantizar que todos los niños, niñas y jóvenes tengan acceso a la educación, pero no a cualquier educación sino a una educación de calidad con igualdad de oportunidades, justa y equitativa para todos y para todas (Ainscow, Booth y Dyson, 2006; Echeita y Duk, 2008)

Nuestros colegios reproducen los contextos sociales en los que están inmersos, pero tienen el objetivo de mejorarlos. No es suficiente que funcione la inclusión en nuestras aulas y patios, el objetivo es crear espacios donde todos puedan vivir con los demás y ser útiles para ellos. Os hablaba de la dirección que conecta dos personas y que podemos recorrer en los dos sentidos para llegar al otro o para dejar que el otro me llegue a mi.



En nuestro colegio de Madrid respondimos a la necesidad del barrio de Chamartín de atender alumnos con trastorno general del desarrollo. Lo que empezó con tres alumnos con trastorno en el espectro autista es ahora una apuesta renovadora en nuestros pasillos. Este curso hemos abierto la tercera aula TGD, y tres especialistas en Audición en lenguaje y tres Técnicas de Integración social coordinan al claustro de profesores en el trabajo diario para que estos alumnos accedan al contexto social en el que van a vivir.  Más allá de las características que día a día se trabajan con ellos, cada uno es diferente (ausencia de lenguaje, hiperactividad, ecolalias…), importa que entendamos que su dificultad de comunicación no significa que no sientan y que no sean conscientes de lo que ocurre alrededor. Que el niño quiera participar del juego de sus iguales y no sepa cómo hacerlo, por ejemplo, exige un trabajo más importante que aprender las vocales o los números. Es un trabajo largo donde unos y otros tienen que encontrar la manera de entenderse.

Nada en el colegio me daba tanta alegría como cuando Álvaro, que ya lleva tres años con nosotros en un aula TGD, se paraba y me miraba un momento hasta que en el recreo otros niños se acercaron a él, le cogieron de la mano y le dejaron llevarles a saltar al rincón del patio donde se siente seguro. Recorrían la misma línea que les unía, pero cada uno en el sentido que les llevaba al otro.

La escuela inclusiva debe modificar su estructura y ofrecer a todos las oportunidades educativas y ayudas que garanticen el desarrollo personal autónomo y su avance académico. La inclusión es todo lo opuesto a la uniformidad. Ofrece el reto de crear contenidos a partir de las diferencias y los puntos comunes.



Son muy importantes los espacios participativos donde el valor fundamental sea el interés por la convivencia, la comunicación, el interés por aprender y relacionarse. Para desarrollar las competencias asociadas a todo esto, los grupos cooperativos, la docencia compartida en el aula, el trabajo colaborativo, los grupos interactivos, la tutoría entre iguales y el trabajo por proyectos serán prácticas necesarias y eficaces.

A finales del curso pasado el colegio Maria Corredentora nos ofreció poner en marcha una experiencia nueva: un aula estable en nuestro colegio. Un aula estable es un Programa Profesional de estudios administrativos (Formación Profesional) en el que sus alumnos y profesores trabajan en un aula de nuestro colegio. Comparten con el resto de alumnos en los espacios comunes, patios y comedor. Asisten a las clases de religión, educación física y a las tutorías.

En nuestras aulas cabemos todos, con todas nuestras luces y con todas nuestras sombras. Escuchamos todas las voces de nuestro alumnado, dejamos que sean un poco más ruidosas y reconocemos y valoramos la identidad de cada chica y chico.

Los alumnos de María Corredentora/Claret se encargan de hacernos fotocopias y nos ayudan a encuadernar y a digitalizar documentos. Ignacio es uno de ellos y también forma parte del equipo de mediación del Claret. Él Sabe que me gustan mucho los cómics y, a veces, cuando baja a secretaría a por sus tareas, viene al despacho para que le cuente algo sobre mis tebeos. Se retrasa y llega tarde a clase por mi culpa y yo, consciente de mi error, recibo cariacontecido la regañina de sus profesoras, pero creo que me voy a volver a equivocar encantado. Ir del uno al otro nos enseña que hay direcciones que, si no se recorren en los dos sentidos, no llevan a ninguna parte.

 José Ignacio Jiménez Ortega

Director coordinador del Colegio Claret de Madrid


martes, 26 de octubre de 2021

EL CAPÍTULO GENERAL Y LA EDUCACIÓN

 ¿QUÉ SUEÑA DIOS PARA LOS CLARETIANOS?

Quizás muchos sabéis que este verano los Misioneros Claretianos hemos tenido nuestro XXVI Capítulo General. Cada seis años nos paramos a revisar nuestra andadura como Congregación, identificando las semillas de vida pero también la “cizaña” y debilidades que suponen desafíos y retos para el futuro. Pensando en el 2027 nos hemos preguntado ¿cuál podía ser hoy el sueño de Dios sobre la Congregación? ¿Qué Congregación nos gustaría encontrar al final de este sexenio, cuando se celebre el próximo Capítulo General? Un sueño de Dios que se convierte en proyecto de vida y Misión.



Ha sido un camino sinodal, palabra de origen griego que significa caminar juntos. A pesar de la pandemia a lo largo de todo el mundo en la preparación del Capítulo se han producido centenares de conversaciones entre los claretianos de los distintos lugares y las personas que participan en los diversos ámbitos apostólicos y pastorales. La sinodalidad, este camino conjunto, no se reduce a responder a algunas consultas, en nuestro contexto más próximo, a lo largo del sexenio han sido y son muchas las personas implicadas en la vida de la institución claretiana y sus obras, especialmente las educativas, asumiendo responsabilidades en su animación, gestión y propuestas de actuación.

William Shakespeare afirmaba que “estamos hechos de la misma materia de los sueños”. Es la energía que impulsa y hace avanzar a la humanidad. Para poder mirar ilusionados el futuro necesitamos cierta sensibilidad que nos permita interpretar los signos de nuestra realidad que Dios nos ofrece y los anhelos de nuestro mundo educativo y, desde ahí, soñar.



Bien es cierto que los siete sueños que articulan el documento del XXVI Capítulo son transversales a todas las actividades y obras de los claretianos, pero el número cuatro podemos sentirlo más directamente vinculado al mundo educativo:

 

“Soñamos una Congregación audaz e itinerante que, enviada por el Espíritu del Señor, sale hacia las periferias, se acerca a los jóvenes, camina con ellos y los anima a responder a la llamada de Dios.” (nº 63)

Se traduce en planes, diseños, que procurarán que se vuelvan realizables y tangibles. El mismo documento recoge estas afirmaciones en un presente que nos sitúa en nuestro punto de llegada en el año 2027: “Entre los jóvenes y niños actuamos sin prejuicios, abiertos a su novedad y valores y a sus sueños de una humanidad mejor. Prestamos atención prioritaria a la niñez y juventud empobrecida. Les ofrecemos el testimonio de nuestra vida y un ambiente seguro en el que crecen libres y felices. (nº 64,c) y continúa diciendo: ”Hemos impulsado nuestras instituciones educativas como plataforma privilegiada para salir al encuentro de los jóvenes y de muchas personas sin otras oportunidades formativas. Las atendemos en sus necesidades individuales, sociales y espirituales.” (nº 64,d)

Todo ello se expresa en un compromiso concreto: “Velar por que nuestras instituciones educativas sean centros de calidad que, en colaboración con las familias, cuiden con esmero la formación en valores, la transmisión de la luz del Evangelio y la atención a los más vulnerables. Crearemos entornos seguros para que niños, adolescentes y jóvenes crezcan en libertad y responsabilidad. (nº 69)

Alguien podrá citar a los clásicos, en este caso españoles, “toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”. Cierto que los sueños pueden quedarse en quimeras, en ocurrencias fantasiosas e ingenuas. Ser una mera declaración de buenas intenciones.

Actuamos desde el convencimiento de que los sueños nos están hablando de lo que está por venir, aspiraciones que nacen del compromiso personal y comunitario porque junto con los sueños identificamos en nuestros colegios muchas semillas de vida. Sin pretender realizar una enumeración exhaustiva, semillas de vida son los esfuerzos por la personalización, la adecuación de las metodologías para favorecer la centralidad del alumno, las realidades de inclusión que podemos descubrir en nuestras aulas, así como las acciones que nos hablan del cuidado integral de niños y jóvenes, la búsqueda de sinergias de toda la comunidad educativa donde las familias tienen un papel cada vez más relevante. La creación de espacios seguros dotándonos de protocolos, formándonos y sensibilizándonos sobre este tema a los que formamos el conjunto del colegio son también semillas de vida.



Confiamos que estos sueños sean compartidos por muchos y que desde el compromiso personal y colectivo podamos construir una nueva realidad colegial. Decía Jorge Luis Borges que “el verbo leer, como el verbo amar y el verbo soñar, no soporta el modo imperativo” ¿Te animas a caminar juntos?

Adolfo Lamata Muyo, cmf

Provincial de los Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago

lunes, 4 de octubre de 2021

FELIZ CURSO: ESCUCHA TU SON

 "SOMOS ESPECIALES Y PODEMOS HACERLO"

Casi finalizando septiembre, buscamos un momento para poner en orden nuestros pensamientos ….septiembre ese mes de 30 días que por un lado, necesitas que sea mucho más longevo pero, por otro lado, das gracias a que haya finalizado y hayas sobrevivido a él ;)

Septiembre es sinónimo de inicio, de principios y de un nuevo curso escolar pero, no un nuevo inicio desde cero sino, un inicio desde el punto en el que paramos a coger aire y a cargar pilas el curso anterior…

Por eso, en los coles en septiembre se habla de continuación, de avance, de progreso y siempre debería ir acompañado de una sonrisa y de un “Nosotros somos especiales y podemos”.


En Fuensanta esto se respira. Se respira gracias a todos nosotros. A nuestra fuerte convivencia y a nuestra firme creencia en que cada uno tiene algo de “especial” para aportar y formar ese “nosotros”. Así es la inclusión: algo mágico y real si consigues que se respire.

Lo respiramos en muchas ocasiones….cuando cruzas el patio y escuchas 15 lenguas maternas distintas, que no son oficiales en nuestra autonomía y, con una naturalidad pasmosa,  observas el esfuerzo de alumnos de la misma edad comunicándose a través del lenguaje de la sonrisa para conseguir hacerse entender….cuando celebras momentos especiales y cada uno aporta su costumbre o ritual y convergen de tal manera que tras un salmo se escucha una sura….cuando por “despistes de logística materna” un compañero no tiene almuerzo y se comparte un bocadillo incluso plantándole, de algún modo, frente al COVID… y, por supuesto, cuando un alumno necesita un empujón y se le da pero cogiéndole la mano para que no pierda el equilibrio en ese momento….

Este curso como hemos dicho antes, continuamos avanzando, tenemos un nuevo reto que consiste en hacer realidad una nueva vía de formación dentro del centro: la formación profesional básica, para nosotros una alternativa más que posibilitará que nuestros alumnos con menor capacidad comunicativa se inserten en la vida laboral en un futuro.

Reto en el que estamos trabajando con mucha ilusión porque creemos firmemente que todos nosotros tenemos necesidad de formación, de alcanzar el objetivo final de nuestro cole “ser una persona íntegra, coherente y feliz en nuestra sociedad” y que para ello, es imprescindible que tengamos caminos distintos, diversos, alternativos aunque, como no, todos finalicen en la meta: haber vivido, convivido y aprendido en Claret.


Con ilusión por este nuevo inicio y con las pilas “bien cargadas” os deseamos un curso 2021-2022 cargado de retos y que estos retos se transformen en avances que nos produzcan sonrisas.

Ánimo y fuerza a todos los educadores, alumnos y familias: este va a ser un gran curso, "Escucha tu son" y disfruta.

Inma Martínez

Directora Coordinadora Colegio Claret de Fuensanta (Valencia)

miércoles, 30 de junio de 2021

FELIZ VERANO EDUCADORES... LO MERECIMOS

 

BENDITA (A)NORMALIDAD

  

Yo tengo la impresión, no sé si la comparten conmigo, que se abusa del adjetivo “histórico”. Pregonan los medios de comunicación: un resultado histórico, un acuerdo histórico, un acontecimiento histórico. No sé si el día 11 de marzo de 2020 es merecedor de tal apelativo, “histórico”, pero no creo que haya ningún profesor, alumno y padre que podamos olvidar esa fecha. El Covid trastocó nuestro mundo y, por su puesto, todo lo que era normal hasta ese momento en la vida de un colegio.

 

Estamos celebrando el final de un curso un tanto desconcertante e híbrido, donde un minúsculo virus ha sido capaz de matar a millones de personas en poco tiempo y cambiar nuestra forma de entender la vida y relacionarnos. Transitamos en medio de una crisis humanitaria, sanitaria y económica en todo el mundo.

 

El confinamiento, los dos metros y la distancia social ha acelerado el proceso digital y nos ha demostrado que éramos más resilientes de lo que pensábamos. Ha modificado nuestra manera de compartir, de comunicarnos, de trabajar, de hacer planes.

 


Nos ha obligado a aprender a gestionar emociones para las que no estábamos preparados y a profundizar en nuestra inteligencia emocional. A hacer frente a pérdidas de seres queridos en duelos silenciosos y desde la distancia.

 

Un virus que puso patas arriba nuestra vida cotidiana y nos recordó que a menudo el destino hace planes sin considerar los nuestros, que es muy difícil vivir sin el calor de la familia, los amigos, los compañeros. ¿Quién nos iba a decir que hasta echarías de menos ir a clase?

 

Ojalá esta pandemia haya servido también para saber cuáles son los aprendizajes más importantes que como colegio podemos proporcionar.

 

¿No sé si son de los que piensan que la pandemia nos va a hacer mejores como sociedad? Quiero se optimista y deseo que este virus, que tanto nos ha hecho sufrir y castigado, que tan diferentes ha hecho nuestros últimos meses en el colegio, consiga hacernos mirar hacia el centro de todo: el ser humano. Forma parte de nuestro ideario y es nuestro deseo como colegios claretianos educar para la vida en toda su integralidad, y ello incluye la consideración compasiva y solidaria hacia otros. Incluye la sensibilidad hacia los que más sufren, hacia los excluidos y empobrecidos. Una mirada fraternal y cristiana del mundo.

 


Me consta la dedicación que nuestros colegios han puesto en cuidar lo emocional, la salud, el encuentro interpersonal que construye, que ayuda a crear convivencia y comunidad.

 

Quiero pensar que como colegio hemos contribuido a dotar a todos nuestros alumnos de las competencias necesarias para poder hacer frente a la vida y a la adversidad. Para hacer frente al cambio y la incertidumbre con valentía e ilusión y, junto con los demás, saber vivir en equilibrio entre los sueños y el esfuerzo.

 

Volver a la normalidad es el deseo de muchos y puede que también el de los que estáis leyendo estas palabras. Permitidme discrepar, antes de la pandemia no todo iba bien, no volver a la normalidad anterior debe ser la consigna educativa que nos una mundialmente. Necesitamos descubrirnos como personas que aprendieron e hicieron de esta crisis una escuela para la vida plena, para la solidaridad global y para el gozo de encontrarnos en la cercanía o en la distancia.

 


Las circunstancias que nos ha tocado vivir nos hace caer en la cuenta de lo importante que es una actitud constructiva ante la vida. Buen descanso y buen verano. Recordad el lema que nos ha acompañado este año: “Arriba los corazones”.


Adolfo Lamata Muyo cmf
Coordinador del Área Pedagógica
Equipo de Titularidad
Colegios Claretianos de Santiago

lunes, 14 de junio de 2021

El Aprendizaje y Servicio es un Aprendizaje que Sirve

 

El Aprendizaje Servicio y su actualización en los currículos basados en competencias.

  

El Aprendizaje Servicio (ApS) es una metodología de educación de las actitudes prosociales en los escolares, que parte de la premisa de una relación sinérgica y virtuosa entre aprendizaje y servicio, de modo que el servicio dota de sentido ético y social a los aprendizajes escolares, es como la sal que les da más sabor humanista, y a su vez los aprendizajes mejoran la calidad del servicio ofrecido por los alumnos, el hacer bien el bien.Nació en Argentina, de forma espontánea en algunas escuelas a finales de los años 80 del pasado siglo,y a partir de los años 90 se fue sistematizando poco a poco con crecientes publicaciones, foros, investigaciones, redes de ApS y congresos.

Pero más allá incluso de mejorar los aprendizajes y darles más sentido en cada estudiante, el ApS sirve de conector entre la escuela y el mundo, más concretamente la comunidad o barrio cercano a la misma, de forma que el centro educativo deja de ser un espacio más o menos aislado del exterior, y abre sus ventanas para que la realidad entre dentro, y a su vez traslada sus aulas, sus espacios de aprendizaje a la propia realidad social. Dinamiza y da soporte, por tanto, a las comunidades de aprendizaje, en un momento en el que tal vez hemos puesto demasiado el acento en el aprendizaje individualista. Pero para comprender la importancia de esta metodología hay que ir más al fondo de la pregunta de sentido que debe hacerse todo educador/a, la escuela y la sociedad en su conjunto: ¿Para qué educamos?

No es lo mismo educar para el trabajo futuro, que educar para la vida, educar para transformar el mundo, o educar para ser un país más competitivo a nivel internacional. Educar para el trabajo preocupa generalmente más a los padres y madres de los estudiantes, educar para la vida a los educadores en general, educar para transformar el mundo a los profesionales humanistas, y educar para la competitividad a los empresarios y políticos. Es una cuestión de acentos. Los currículos oficiales suelen mencionar todas estas buenas intenciones en sus preámbulos, pero al final, en el modo en que se va articulando el currículo, los tiempos y espacios dados a las distintas competencias educativas, la evaluación externa que se hace de los propios centros, el desglose presupuestario, la mayor o menor autonomía de los centros educativos para decidir qué educar y cómo hacerlo,todo esto va transparentando una ideología pedagógica hasta la fecha más empresarial y mercantil que humanista y cooperativa.

El Aprendizaje Servicio tiene, pues, una carga ética importante que va a la raíz de la razón de ser de la educación hoy, y en este sentido se ha mostrado desde hace bastante tiempo, como una herramienta que dota de más sentido ético y social a los currículos, pero además que ya, desde hoy, hace de los alumnos/as unos ciudadanos activos de cambio social, sin necesidad de esperar a que lo sean mañana. Un conocido refrán francés dice, traducido, es forjando como uno se hace forjador. El ApS, y otras metodologías afines más actuales, como el DesignforChange, no esperan a que los estudiantes cambien el mundo mañana, sino que los consideran ya hoy como agentes activos de cambio y transformación social. Pero este refrán francés también nos sitúa en la clave de los nuevos currículos basados en competencias educativas clave: es entrenando y practicando los aprendizajes en diferentes contextos y situaciones como los alumnos realmente aprenden, comprender y desarrollan sus competencias.

Las competencias educativas suponen una auténtica revolución en los modos de enseñar y aprender, porque pasamos de un alumnado espectador a un alumnado actor, o como me gusta decir, de la pedagogía del rollo a la pedagogía de la claqueta. En los antiguos cines, el proyeccionista era el encargado de poner los rollos de las películas desde la cabina de proyección, situada arriba del patio de butacas. Hasta hace poco, incluso en la actualidad, un aula sigue siendo lo más parecido a ir al cine: el profesor/a proyecta sus aprendizajes en una pantalla, o de forma verbal, y así cuenta su rollo, o “su película”. Los alumnos (generalmente bastante kinestésicos por naturaleza) permanecen sentados y en silencio (en contra de su naturaleza pedagógica): no pueden interactuar, no se les permite usar sus dispositivos electrónicos, no pueden moverse y expresar. Pero en la educación basada en competencias, el profesor/a cambia su rol, de proyeccionista a guionista y facilitador de situaciones de aprendizaje, y el alumno cambia su rol de espectador a actor y protagonista del aprendizaje. En los currículos basados en competencias, los contenidos dejan de estar en el centro, y se da más importancia a las competencias, que implican tres dimensiones cada una de ellas: un saber (conocimientos) + saber hacer (capacidades y destrezas)+ saber ser (actitudes y valores).

El alumno/a que, en un proyecto de ApS ayuda a una persona mayor que se siente triste, de forma competente, es porque está utilizando sus conocimientos sobre escucha activa (saber), con los comportamientos y destrezas verbales y no verbales propias de esa escucha (saber hacer) y además con una actitud de respeto e interés humano por esa persona (saber ser).Mediante la observación docente y la autoevaluación del alumnado, además de pedirle algún producto pedagógico al final del proceso, como, por ejemplo, elaborar un decálogo sobre la escucha activa en tu voluntariado del proyecto de ApS, podremos determinar el grado de dominio que dicho alumno muestra en la escucha activa, a través de los indicadores o estándares de aprendizaje (partes más pequeñas y evaluables de cada competencia). Ese grado de dominio competencial no es una nota numérica, sino un nivel de desempeño dentro de una escala o rúbrica.

Por tanto, los viejos conocimientos, representados en la conocida metáfora del aprendizaje bancario (acumulación de conocimientos y títulos) que denunciaba Paulo Freire, tienen sentido no tanto a nivel cuantitativo, sino cualitativo, esto es, aquellos que realmente sean relevantes y buenos para cada situación de aprendizaje competencial. La posibilidad de diseñar situaciones de aprendizaje a partir de un indicador o estándar de aprendizaje competencial (que es como vienen descritos en los nuevos currículos oficiales), y no tanto de un objetivo de aprendizaje como se hacía tradicionalmente, ofrece una nueva herramienta perfecta para integrar e imbricar perfectamente en los currículos oficiales las nuevas metodologías de ApS, Aprendizaje Basado en Proyectos (ABP), Aprendizaje Basado en Problemas (PBL) o Educación para el Desarrollo Humano (EpDH).

Antes de las competencias educativas, esta conexión de las actividades solidarias y de compromiso social en general, era difícil conectarlas con el currículo, porque sólo lo permitían, y a veces de manera muy forzada, con las materias más humanistas en determinadas unidades didácticas. Ahora sin embargo, cualquier materia o asignatura, permite a través de sus indicadores, desempeños o estándares (se los reconoce porque están formulados en tercera persona del singular, prescribiendo el rol activo del estudiante en la situación de aprendizaje), puede conectar con un proyecto de ApS. Entramos, por tanto, en una nueva era y un nuevo paradigma educativo que debemos aprovechar con audacia, compromiso y creatividad docente.

 

César García-Rincón de Castro

Doctor en Sociología y Diplomado en Trabajo Social

Experto en Educación Prosocialy Coaching Pedagógico

www.cesargarciarincon.com

 

lunes, 17 de mayo de 2021

EL KIT COVID EMOCIONAL

 GESTIONANDO EMOCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Tradicionalmente la escuela se ha encargado de proporcionar al alumnado un kit académico de supervivencia, pero la mayoría de las veces venía escaso de las herramientas emocionales que como personas necesitamos. El ser humano presenta un componente emocional que es de vital importancia tener en cuenta en el proceso de enseñanza – aprendizaje y en la preparación de los niños y niñas para desenvolverse en un entorno social, tanto dentro, como fuera del centro escolar.

Gracias a los avances en diferentes campos, la educación emocional ha ido adquiriendo cada vez más importancia en los centros educativos y se va entendiendo como un elemento imprescindible para la formación integral de los niños y las niñas. Se trata del eje vertebrador de los cuatro pilares de la educación que sostiene Jacques Delors: aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir con los demás. Sin una buena gestión emocional, es bastante complicado que nuestros alumnos y alumnas puedan adquirir no solo las destrezas y los conocimientos académicos, sino lo que es más importante: unas bases sólidas que les ayuden a gestionar emocionalmente su vida con éxito.

 


Si, como centros educativos, queremos proporcionar herramientas a nuestro alumnado para afrontar un entorno VUCA al alumnado, es necesario que tanto los educadores como el alumnado llevemos en nuestra riñonera “kit covid” los componentes necesarios para vivir en un mundo en constante cambio. La vida nos ha demostrado, sobre todo en el último año, que ella lleva su propio curso. Podemos maldecirla o ver lo acontecido como una oportunidad para cambiar aquellas cosas que no funcionan en el aula con los chicos y chicas y tomar conciencia de los cambios que nos ofrece la vida.

 Y entonces, ¿ahora qué? Bajo mi punto de vista, sería interesante replantearnos qué profesores y maestros queremos ser para acompañar mejor a nuestro alumnado y prepararlo para que pueda caminar de manera autónoma con un buen equipamiento para la vida. ¿Qué necesitaríamos para ello? ¿Por dónde empezamos?

 Hasta el último siglo, se entendía por “inteligencia” lo referente a las funciones cognitivas tales como memoria, aprendizaje y resolución de problemas, pero ¿con esto bastaría? Pues para H.Gadner no. Este concepto le parecía insuficiente, así que amplió el término introduciendo otras inteligencias múltiples. Al tiempo, otros autores como P.Salovey, D.Mayer y finalmente Daniel Goleman acuñaron el término “Inteligencia emocional” para referirse a la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar nuestras emociones y los estados emocionales de los demás. 

 Las dimensiones de la Inteligencia Emocional son fundamentalmente las siguientes:

 ·         Relativas a la inteligencia intrapersonal (capacidad de comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propias):

                  Ø  Consciencia de uno mismo

Ø  Autorregulación

Ø  Autoestima

Ø  Motivación

 ·         Relativas a la inteligencia interpersonal (capacidad de comprender las intenciones, deseos y motivaciones de otras personas):

                  Ø  Empatía

Ø  Habilidades sociales

Si, como personas que acompañamos a nuestros estudiantes abriéndoles a su paso nuevos horizontes, queremos que vivan la vida de la mejor manera posible y que puedan integrarse en el mundo laboral disfrutando de ello; es necesario que como maestros y maestras nos revisemos y sigamos aprendiendo del mismo modo que lo hacemos en otros cursos de formación. Al fin y al cabo, todos hemos pasado por el camino que transitan nuestros chicos y chicas y podemos acordarnos de cómo nos sentíamos en esos momentos. Este trabajo personal no solo nos ayudará en nuestra labor docente, sino que creo firmemente que también lo hará en nuestra vida y con aquellos que nos rodean.

 Como cualquier destreza, el entrenamiento de la inteligencia emocional es un proceso que necesita ser trabajado de manera regular y no como acciones puntuales en días señalados. Si buscamos llevar a cabo un trabajo emocional con el alumnado de manera integral y que sea perdurable en el tiempo, es importante que tengamos en cuenta que debe estar presente en el día a día, de este modo los resultados se multiplicarán de manera exponencial.

 


¿Y de qué manera podemos trabajar las emociones en el aula?

 La Inteligencia emocional consta de tres procesos básicos que la engloban.

 1.      Percibir: reconocer de manera consciente nuestras emociones e identificar los sentimientos para ser capaces de nombrarlos.

2.      Comprender: integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales.

 3.      Regular: dirigir, manejar y validar las emociones positivas y negativas de forma eficaz.

 Para ello, necesitamos proporcionar espacios para la comunicación que permitan a los chicos y chicas sentir, expresar sus emociones y sentimientos y compartirlos con los demás si así lo desean. Es importante explicarles cuáles son las emociones básicas (sorpresa, asco, tristeza, ira, miedo y alegría), diferenciándolas de los sentimientos, enseñar cómo identificarlas y qué hacer cuando las identifican.

 En nuestros coles, tenemos la oración de la mañana que nos permite conectar con nosotros mismos y dedicar unos minutos de reflexión al comienzo de la jornada, acercándonos a otras realidades socio – emocionales.

 También podemos llevar a cabo dinámicas de relajación, yoga y mindfulness que contribuyen a que tanto el profesorado como el alumnado rebajemos los niveles de estrés, mejorando la atención, la concentración y el bienestar. Cuando se incorporan en el día a día de manera sistematizada, los beneficios son sumamente positivos. Os dejo una batería de actividades que realicé para mi grupo – clase y que tanto les gusta practicar.

 En nuestra hora de tutoría semanal también podemos generar debates, jugar a juegos cooperativos, proporcionar momentos de reflexión con materiales como cuentos, vídeos, películas, canciones, o con cualquier otro soporte lúdico que anime a los chicos y chicas a trabajar las dimensiones de la inteligencia emocional.

Sabemos que los alumnos que presentan una buena gestión emocional poseen confianza en sus capacidades, algo que influye de forma positiva en todas las facetas de su vida. La escuela es un escenario idóneo para desarrollar estas habilidades emocionales, puesto que es un lugar que acompaña a lo largo de distintas etapas evolutivas, en un sinfín de situaciones y con una gran variedad de personas.

 Como maestros y maestras en estos tiempos complicados, en los que tenemos poco tiempo, mucho contenido que enseñar, gel hidroalcohólico que aplicar y circunstancias muy cambiantes, no deberíamos olvidar aquellas sabias palabras de Aristóteles: educar la mente sin educar al corazón, no es educar en absoluto.

 

Rocío Velázquez – Gaztelu Castellanos

Profesora del Colegio Corazón de María de Gijón

Integrante del Equipo de Inteligencia Emocional del Centro

martes, 4 de mayo de 2021

Llevar las STEM a las aulas es posible

  Tres retos para las STE(A)M

 

En pleno proceso de ideación de la nueva (otra) ley educativa, se está debatiendo intensamente sobre qué competencias deben desarrollar los estudiantes y qué currículum es el adecuado para que la escuela prepare a cada alumno para enfrentarse a los retos que les deparará el futuro. Al hilo de todo esto se habla de una competencia llamada STEM pero, ¿qué es STEM? El término viene de las siglas en inglés (Science, Technology, Engineering y Mathematics) y hace referencia a todas esas áreas que se combinan en la competencia pero, entonces, ¿de dónde viene la A? Desde hace años existe una corriente que trata de impulsar las Artes y el diseño como una parte muy importante que han de considerar las áreas más técnicas. Como veremos más adelante trataremos de darle un significado más a esa A pero, antes, ¿qué implicaciones tiene el desarrollo de esta competencia en la educación?

 


Encontrar la vocación y el talento de cada uno es uno de los objetivos más ambiciosos que puede considerar cualquier proyecto educativo. Es, sin duda, una de las batallas en las que merece la pena que educadores y familias breguemos. Hay profesiones que son muy visibles y, por tanto, fomentan muchas vocaciones, sin embargo, otras que tienen un carácter más oculto y son elegidas por menos alumnos al acabar con su formación. El principio es sencillo, no puedo elegir entre aquello que no sé que existe. Esto último es lo que ocurre con muchas de las ingenierías; son desconocidas por los alumnos y, por eso, tan solo entre un 20 y un 25% de los alumnos, que eligen carrera universitaria, se decantan por ingenierías o estudios de ciencias. Sorprendentemente, este porcentaje va disminuyendo año a año pese a la demanda creciente de estos perfiles profesionales. El razonamiento es sencillo: hacen falta más ingenieros y científicos y cada vez hay menos. Por tanto, debemos ayudar desde la escuela a que más alumnos puedan encontrar también ahí su vocación

 Sugiero tres iniciativas para empezar a afrontar esta situación:

  • Vincular

Llevar las STEM a las aulas es posible. De hecho, desde hace años se trabaja en muchos colegios con proyectos de robótica o de programación informática que ayudan a que estas disciplinas técnicas se comiencen a abordar desde edades tempranas. La edad escolar nos permite, además, vincular las áreas más técnicas y científicas con otras como la ética o las artes porque, literalmente, están en la clase de al lado.

  • Visibilizar

Como decíamos antes, no puedo elegir entre aquello que no sé que existe, por tanto, para que cada estudiante pueda conocer la vocación a la que está llamado, debe conocer qué tiene a su disposición. Existen experiencias con alumnos de Bachillerato que visitan puestos de trabajo de familias del centro, también se hacen visitas de expertos a los centros para asesorar en proyectos de aula, etc. Así podemos ampliar el abanico de opciones entre las que los estudiantes eligen. 

  • Ampliar

De nada serviría todo lo anterior si nos dejamos a la mitad de la población al margen, por eso, la A de STE(A)M puede, y debe, hacer referencia también al talento femenino. De los alumnos que eligen carreras técnicas o científicas, tan solo entre un 10 y un 15% son mujeres. Se trata de un hecho cultural y por tanto, educable. Tanto es así que el porcentaje de mujeres matriculadas en Licenciatura informática bajó cuando se cambió el nombre a Ingeniería informática (Fuente: Informática: se buscan mujeres). A este respecto hay multitud de proyectos que buscan dar un impulso a las estudiantes como 11 de febrero, Inspira STEAM y #nomorematildas. Desde EducaciónqueCambia os invitamos a conocer estos proyectos.  

 


Por último, nos encantaría que visitaras la charla que Charo Fernández dio en las jornadas EDaulaBLOG en Oviedo: La A de STEAM: femenina y singular. Tal y como ella dice: “Si los ingenieros son gente que soluciona problemas, no hay más que mirar el mundo para saber que nos hacen falta”.

https://www.youtube.com/watch?v=7pV4552ICcE 

 

Abraham Gutiérrez Crespo

Asesor Pedagógico Escuelas Católicas

@abrahamprofesor