lunes, 17 de mayo de 2021

EL KIT COVID EMOCIONAL

 GESTIONANDO EMOCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

Tradicionalmente la escuela se ha encargado de proporcionar al alumnado un kit académico de supervivencia, pero la mayoría de las veces venía escaso de las herramientas emocionales que como personas necesitamos. El ser humano presenta un componente emocional que es de vital importancia tener en cuenta en el proceso de enseñanza – aprendizaje y en la preparación de los niños y niñas para desenvolverse en un entorno social, tanto dentro, como fuera del centro escolar.

Gracias a los avances en diferentes campos, la educación emocional ha ido adquiriendo cada vez más importancia en los centros educativos y se va entendiendo como un elemento imprescindible para la formación integral de los niños y las niñas. Se trata del eje vertebrador de los cuatro pilares de la educación que sostiene Jacques Delors: aprender a conocer, a hacer, a ser y a vivir con los demás. Sin una buena gestión emocional, es bastante complicado que nuestros alumnos y alumnas puedan adquirir no solo las destrezas y los conocimientos académicos, sino lo que es más importante: unas bases sólidas que les ayuden a gestionar emocionalmente su vida con éxito.

 


Si, como centros educativos, queremos proporcionar herramientas a nuestro alumnado para afrontar un entorno VUCA al alumnado, es necesario que tanto los educadores como el alumnado llevemos en nuestra riñonera “kit covid” los componentes necesarios para vivir en un mundo en constante cambio. La vida nos ha demostrado, sobre todo en el último año, que ella lleva su propio curso. Podemos maldecirla o ver lo acontecido como una oportunidad para cambiar aquellas cosas que no funcionan en el aula con los chicos y chicas y tomar conciencia de los cambios que nos ofrece la vida.

 Y entonces, ¿ahora qué? Bajo mi punto de vista, sería interesante replantearnos qué profesores y maestros queremos ser para acompañar mejor a nuestro alumnado y prepararlo para que pueda caminar de manera autónoma con un buen equipamiento para la vida. ¿Qué necesitaríamos para ello? ¿Por dónde empezamos?

 Hasta el último siglo, se entendía por “inteligencia” lo referente a las funciones cognitivas tales como memoria, aprendizaje y resolución de problemas, pero ¿con esto bastaría? Pues para H.Gadner no. Este concepto le parecía insuficiente, así que amplió el término introduciendo otras inteligencias múltiples. Al tiempo, otros autores como P.Salovey, D.Mayer y finalmente Daniel Goleman acuñaron el término “Inteligencia emocional” para referirse a la capacidad de percibir, expresar, comprender y gestionar nuestras emociones y los estados emocionales de los demás. 

 Las dimensiones de la Inteligencia Emocional son fundamentalmente las siguientes:

 ·         Relativas a la inteligencia intrapersonal (capacidad de comprenderse uno mismo, apreciar los sentimientos, temores y motivaciones propias):

                  Ø  Consciencia de uno mismo

Ø  Autorregulación

Ø  Autoestima

Ø  Motivación

 ·         Relativas a la inteligencia interpersonal (capacidad de comprender las intenciones, deseos y motivaciones de otras personas):

                  Ø  Empatía

Ø  Habilidades sociales

Si, como personas que acompañamos a nuestros estudiantes abriéndoles a su paso nuevos horizontes, queremos que vivan la vida de la mejor manera posible y que puedan integrarse en el mundo laboral disfrutando de ello; es necesario que como maestros y maestras nos revisemos y sigamos aprendiendo del mismo modo que lo hacemos en otros cursos de formación. Al fin y al cabo, todos hemos pasado por el camino que transitan nuestros chicos y chicas y podemos acordarnos de cómo nos sentíamos en esos momentos. Este trabajo personal no solo nos ayudará en nuestra labor docente, sino que creo firmemente que también lo hará en nuestra vida y con aquellos que nos rodean.

 Como cualquier destreza, el entrenamiento de la inteligencia emocional es un proceso que necesita ser trabajado de manera regular y no como acciones puntuales en días señalados. Si buscamos llevar a cabo un trabajo emocional con el alumnado de manera integral y que sea perdurable en el tiempo, es importante que tengamos en cuenta que debe estar presente en el día a día, de este modo los resultados se multiplicarán de manera exponencial.

 


¿Y de qué manera podemos trabajar las emociones en el aula?

 La Inteligencia emocional consta de tres procesos básicos que la engloban.

 1.      Percibir: reconocer de manera consciente nuestras emociones e identificar los sentimientos para ser capaces de nombrarlos.

2.      Comprender: integrar lo que sentimos dentro de nuestro pensamiento y saber considerar la complejidad de los cambios emocionales.

 3.      Regular: dirigir, manejar y validar las emociones positivas y negativas de forma eficaz.

 Para ello, necesitamos proporcionar espacios para la comunicación que permitan a los chicos y chicas sentir, expresar sus emociones y sentimientos y compartirlos con los demás si así lo desean. Es importante explicarles cuáles son las emociones básicas (sorpresa, asco, tristeza, ira, miedo y alegría), diferenciándolas de los sentimientos, enseñar cómo identificarlas y qué hacer cuando las identifican.

 En nuestros coles, tenemos la oración de la mañana que nos permite conectar con nosotros mismos y dedicar unos minutos de reflexión al comienzo de la jornada, acercándonos a otras realidades socio – emocionales.

 También podemos llevar a cabo dinámicas de relajación, yoga y mindfulness que contribuyen a que tanto el profesorado como el alumnado rebajemos los niveles de estrés, mejorando la atención, la concentración y el bienestar. Cuando se incorporan en el día a día de manera sistematizada, los beneficios son sumamente positivos. Os dejo una batería de actividades que realicé para mi grupo – clase y que tanto les gusta practicar.

 En nuestra hora de tutoría semanal también podemos generar debates, jugar a juegos cooperativos, proporcionar momentos de reflexión con materiales como cuentos, vídeos, películas, canciones, o con cualquier otro soporte lúdico que anime a los chicos y chicas a trabajar las dimensiones de la inteligencia emocional.

Sabemos que los alumnos que presentan una buena gestión emocional poseen confianza en sus capacidades, algo que influye de forma positiva en todas las facetas de su vida. La escuela es un escenario idóneo para desarrollar estas habilidades emocionales, puesto que es un lugar que acompaña a lo largo de distintas etapas evolutivas, en un sinfín de situaciones y con una gran variedad de personas.

 Como maestros y maestras en estos tiempos complicados, en los que tenemos poco tiempo, mucho contenido que enseñar, gel hidroalcohólico que aplicar y circunstancias muy cambiantes, no deberíamos olvidar aquellas sabias palabras de Aristóteles: educar la mente sin educar al corazón, no es educar en absoluto.

 

Rocío Velázquez – Gaztelu Castellanos

Profesora del Colegio Corazón de María de Gijón

Integrante del Equipo de Inteligencia Emocional del Centro

martes, 4 de mayo de 2021

Llevar las STEM a las aulas es posible

  Tres retos para las STE(A)M

 

En pleno proceso de ideación de la nueva (otra) ley educativa, se está debatiendo intensamente sobre qué competencias deben desarrollar los estudiantes y qué currículum es el adecuado para que la escuela prepare a cada alumno para enfrentarse a los retos que les deparará el futuro. Al hilo de todo esto se habla de una competencia llamada STEM pero, ¿qué es STEM? El término viene de las siglas en inglés (Science, Technology, Engineering y Mathematics) y hace referencia a todas esas áreas que se combinan en la competencia pero, entonces, ¿de dónde viene la A? Desde hace años existe una corriente que trata de impulsar las Artes y el diseño como una parte muy importante que han de considerar las áreas más técnicas. Como veremos más adelante trataremos de darle un significado más a esa A pero, antes, ¿qué implicaciones tiene el desarrollo de esta competencia en la educación?

 


Encontrar la vocación y el talento de cada uno es uno de los objetivos más ambiciosos que puede considerar cualquier proyecto educativo. Es, sin duda, una de las batallas en las que merece la pena que educadores y familias breguemos. Hay profesiones que son muy visibles y, por tanto, fomentan muchas vocaciones, sin embargo, otras que tienen un carácter más oculto y son elegidas por menos alumnos al acabar con su formación. El principio es sencillo, no puedo elegir entre aquello que no sé que existe. Esto último es lo que ocurre con muchas de las ingenierías; son desconocidas por los alumnos y, por eso, tan solo entre un 20 y un 25% de los alumnos, que eligen carrera universitaria, se decantan por ingenierías o estudios de ciencias. Sorprendentemente, este porcentaje va disminuyendo año a año pese a la demanda creciente de estos perfiles profesionales. El razonamiento es sencillo: hacen falta más ingenieros y científicos y cada vez hay menos. Por tanto, debemos ayudar desde la escuela a que más alumnos puedan encontrar también ahí su vocación

 Sugiero tres iniciativas para empezar a afrontar esta situación:

  • Vincular

Llevar las STEM a las aulas es posible. De hecho, desde hace años se trabaja en muchos colegios con proyectos de robótica o de programación informática que ayudan a que estas disciplinas técnicas se comiencen a abordar desde edades tempranas. La edad escolar nos permite, además, vincular las áreas más técnicas y científicas con otras como la ética o las artes porque, literalmente, están en la clase de al lado.

  • Visibilizar

Como decíamos antes, no puedo elegir entre aquello que no sé que existe, por tanto, para que cada estudiante pueda conocer la vocación a la que está llamado, debe conocer qué tiene a su disposición. Existen experiencias con alumnos de Bachillerato que visitan puestos de trabajo de familias del centro, también se hacen visitas de expertos a los centros para asesorar en proyectos de aula, etc. Así podemos ampliar el abanico de opciones entre las que los estudiantes eligen. 

  • Ampliar

De nada serviría todo lo anterior si nos dejamos a la mitad de la población al margen, por eso, la A de STE(A)M puede, y debe, hacer referencia también al talento femenino. De los alumnos que eligen carreras técnicas o científicas, tan solo entre un 10 y un 15% son mujeres. Se trata de un hecho cultural y por tanto, educable. Tanto es así que el porcentaje de mujeres matriculadas en Licenciatura informática bajó cuando se cambió el nombre a Ingeniería informática (Fuente: Informática: se buscan mujeres). A este respecto hay multitud de proyectos que buscan dar un impulso a las estudiantes como 11 de febrero, Inspira STEAM y #nomorematildas. Desde EducaciónqueCambia os invitamos a conocer estos proyectos.  

 


Por último, nos encantaría que visitaras la charla que Charo Fernández dio en las jornadas EDaulaBLOG en Oviedo: La A de STEAM: femenina y singular. Tal y como ella dice: “Si los ingenieros son gente que soluciona problemas, no hay más que mirar el mundo para saber que nos hacen falta”.

https://www.youtube.com/watch?v=7pV4552ICcE 

 

Abraham Gutiérrez Crespo

Asesor Pedagógico Escuelas Católicas

@abrahamprofesor