miércoles, 7 de abril de 2021

El arte de Programar

 El aire que respiras hoy, no es el que respiraste ayer ni el que respirarás mañana…

Querido lector del blog, probablemente también profesional deseoso de conseguir productividad en todos tus afanes y con todo tu alumnado. Lamento comunicarte que, con o sin banda sonora de película de acción, esto es cada vez más similar a una “misión imposible”.

Y sin embargo los papeles legislativos, burocráticos y educativos se llenan de buenas palabras… Y tú tiemblas cada vez que surge una nueva publicación o anexo: porque te resulta complicado afrontar todo lo que figura en las instrucciones de “cuidado” cuando sabes que cada “planta” que tienes en mano es por origen, terreno y etiología MUY diferente y porque eres consciente de que el mismo conlleva un tiempo del que no sueles disponer.

¡Bienvenido al club de los alquimistas educativos!

En un entorno cada vez más VUCA se nos pide sigamos programando qué hacer y cómo hacerlo con nuestro alumnado; alumnos y alumnas que aún no conocemos, que han de adquirir las competencias necesarias para ser resolutivos en la vida y que, cual escultor, debemos modelar de la mejor manera posible puesto que cuando salgan de nuestro pequeño horno y, aún dentro de él, no se pueden quebrar. No sé cómo lo vives tú, pero ¡para mí esto es un gran reto!

La tarea en sí es muy compleja, pero, en mi opinión, es a la hora de realizar la Programación Didáctica y la Programación del aula cuando surge la mayor dificultad.  Porque aunque afortunada y/o desafortunadamente, es frecuente que los mismos contenidos se repiten una y otra vez a lo largo del currículum, y ante la pregunta ¿sabes qué es…? surgen dos tipos de respuesta: La cara de perplejidad(a saber, no lo he dado nunca o si lo he visto no me acuerdo) o la cara de “¡otra vez, noooo!”

Los docentes tenemos un reto diario, no fácil de llevar a cabo: vender un producto conocido consiguiendo que nuestros “clientes” atisben la satisfacción de “usarlo” de nuevo y, como dirían los anuncios, con “fórmula mejorada”.

Ilusionar al alumnado que tiende a la dispersión, al que prioriza la competitividad, al hipersensible, al que tiene problemas en casa, al que prefiere otros ámbitos a la asignatura que impartes… no siempre es fácil. Por eso la programación ha de ser diseñada ya desde la base… teniendo en cuenta dicha variedad.

Pero cuando te enfrentas al papel… no parece tan sencillo. Yo siempre temo no hacerlo bien. Y también me preocupa escribir lo correcto pero no ser capaz de hacer un buen seguimiento de lo programado.

He de confesar que mi estrategia a la hora de programar es sencilla: legislación autonómica, estándares de aprendizaje, qué aspectos de lo previsto para cada etapa quiero trabajar de una manera más experiencial, qué puedo abarcar con lo previsto en el libro de texto, qué interesa abordar planteando nuevas rutas y/o rutinas de pensamiento y, por último, intentar proponer formas de evaluación variadas que no se reduzcan a pruebas puntuales.

Para mí resulta un reto más complejo la Programación de Aula, porque no siempre se puede reflejar a priori el enfoque de lo que se va a realizar. Pero sí os puedo compartir mi truco más rentable: Tener siempre presente, al diseñarla, la Taxonomía de Bloom, también su versión revisada por Anderson y Krathwohl y la adaptación de Churches para la Era Digital. Estas últimas no cambian los niveles de dicha taxonomía pero los enriquecen con aprendizajes propios de los nuevos tiempos e introducen nuevas acciones relacionadas con las tecnologías digitales. 

¿Demasiado técnico explicado así? La cuestión es que, independientemente de que la forma de trabajo planteada sea deductiva o inductiva, hemos de garantizar la adquisición de los objetivos mínimos para todo el alumnado y en el diseño de la unidad didáctica: recordar, comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear han de verse reflejados. En ocasiones es más cómodo trabajar por bloques de contenidos, pero en otras aporta una perspectiva más global plantear un solo proyecto y englobar en él diferentes acciones.

Pongamos por ejemplo una temática frecuente en la asignatura que imparto, Lengua y Literatura españolas: Categorías gramaticales, análisis morfológico, determinantes vs pronombres. En este caso se puede programar un “Juegos Reunidos” tanto en versión papel como en versión digital (hay miles de herramientas en la Red con las que es fácil crear actividades interactivas incluso para una “neardental digital “ como yo). ¿Qué tipos de juegos? Por ejemplo: para recordar usemos un Busca su pareja, para comprender propongamos un Busca las diferencias entre oraciones que contengan formas homónimas que se puedan diferenciar según acompañen a un sustantivo o lo sustituyan, un Bingo en el que esté escrito el análisis morfológico de palabras de  varias categorías y a medida que cantas esas palabras ellos tengan que localizar las que cumplen esa descripción, a posteriori pueden investigar y evaluar si el uso de estas categorías es frecuente o no en Canciones de moda que conocen y, por último, pueden crear una Autobiografía en la que empleen al menos 20 palabras de tipologías diferentes de dichas categorías.  Ante las propuestas, es lógico que cada alumno/a decida en función de sus potencialidades, de su momento personal, de su seguridad con el tema, etc… en qué retos se implica más; pero a día de hoy es nuestra obligación ofrecerles diferentes enfoques y mecanizar diversos abordajes para que, aún repitiendo contenidos, su radio de acción y gestión sea cada más amplio, más complejo y más eficiente.

En el fondo no es tan difícil, ¿verdad? ¡Y así garantizamos que tanto aquellos a los que les cuesta como los que querrían tener más estímulos se vean motivados … pero también que pongan a funcionar sus neuronas con diferentes ejercicios y que creen, aunque sea con los mismos contenidos, conexiones neuronales nuevas!  Curioso… cuando se hace así por sistema ya no se oye “Otra vez nooo” sino “¿y hoy que vamos a hacer? ¿Puedo ser el primero o primera?”  Y eso… trabajando con infancia y adolescencia…es un gran milagro.

En esta sociedad tan hiper-estimulada, es también prioritario programar el entrenamiento de la escucha activa (tanto interna como externa), la aceptación (el hecho de que la “verdad” y las potencialidades del otro sean diferente a la mías hace la vida más interesante), el discernimiento crítico y la comunicación efectiva (entrenar la reflexión sobre qué decir, a quién , cómo y cuándo transmitirlo para que, tanto en el ámbito educativo como en el vital, comunicarse se convierta en una acto satisfactorio).

Y como sustrato de todo, la conciencia de la diversidad, tan rica y tan mencionada pero no siempre explorada a fondo. Es, en base a ella, en mi modesta opinión, como hay que realizar la programación de aula: diseñar actividades, transformar los criterios de evaluación en herramientas de “evolución”, y realizar las adaptaciones metodológicas y/o, si es necesario, significativas teniendo en cuenta el proceso desarrollado por cada alumno/a desde la observación inicial hasta el momento evaluativo concreto.

Si además de programar así, tanto la PD como la planificación trimestral, somos capaces de lograr un clima de aula que preste atención al estado emocional del grupo y las circunstancias personales del alumnado (no solo de esos que “dan más tarea” sino también de esos “diamantes” cada vez más escasos que tienen interiorizados silencio y escucha),¡solo nos falta la capa de superhéroe!

Cuando me propusieron hablar de este tema, me pasó como cuando empiezo a planificar las programaciones: ¡Qué responsabilidad! ¿Por dónde empiezo? ¡Ay! ¿Y si no lo hago bien?

¡Queridos/as compañeros/as de camino! Creo que lo único que tengo claro a la hora de programar es que el aire de ayer, pleno de contenidos y de repetición mecánica de ejercicios, que sigue un libro de texto como elemento prioritario de trabajo, que planifica por temas, que considera las asignaturas compartimentos estancos y que trabaja con toda la clase y todas las clases del mismo nivel en bloque… ya no es posible respirarlo…

Tampoco es posible aún respirar el aire de mañana, máxime cuando los que intentan soplarlo a nivel político no siempre conocen las realidades de nuestras aulas, ni priorizan la calidad educativa por encima de la titularidad pública, privada o concertada del centro escolar, ni parecen llegar a consensos claros por el bien común.

Así pues, solo nos queda respirar el ahora y tener en cuenta que esta respiración está abocada a dejar paso a una bocanada nueva, más fresca y que debe oxigenar a nuestro alumnado en cuerpo, mente y espíritu. Y salir del Escape Room que resulta a veces el aula con el orgullo de haber sabido sobrevolar con profesionalidad los nuevos tiempos… ¡con o sin capa!

Marta Rodríguez Díaz.

Profesora de Lengua y Literatura ESO

Colegio Corazón de María (Claretianos de Gijón)