El aire que respiras hoy, no es el que respiraste ayer ni el que respirarás mañana…
Querido lector del blog, probablemente
también profesional deseoso de conseguir productividad en todos tus afanes y
con todo tu alumnado. Lamento comunicarte que, con o sin banda sonora de
película de acción, esto es cada vez más similar a una “misión imposible”.
Y sin embargo los papeles legislativos,
burocráticos y educativos se llenan de buenas palabras… Y tú tiemblas cada vez
que surge una nueva publicación o anexo: porque te resulta complicado afrontar
todo lo que figura en las instrucciones de “cuidado” cuando sabes que cada
“planta” que tienes en mano es por origen, terreno y etiología MUY diferente y
porque eres consciente de que el mismo conlleva un tiempo del que no sueles
disponer.
En un entorno cada vez más VUCA se nos
pide sigamos programando qué hacer y cómo hacerlo con nuestro alumnado; alumnos
y alumnas que aún no conocemos, que han de adquirir las competencias necesarias
para ser resolutivos en la vida y que, cual escultor, debemos modelar de la
mejor manera posible puesto que cuando salgan de nuestro pequeño horno y, aún
dentro de él, no se pueden quebrar. No sé cómo lo vives tú, pero ¡para mí esto
es un gran reto!
La tarea en sí es muy compleja, pero,
en mi opinión, es a la hora de realizar la Programación Didáctica y la
Programación del aula cuando surge la mayor dificultad. Porque aunque afortunada y/o
desafortunadamente, es frecuente que los mismos contenidos se repiten una y
otra vez a lo largo del currículum, y ante la pregunta ¿sabes qué es…? surgen
dos tipos de respuesta: La cara de perplejidad(a saber, no lo he dado nunca o
si lo he visto no me acuerdo) o la cara de “¡otra vez, noooo!”
Ilusionar al alumnado que tiende a la
dispersión, al que prioriza la competitividad, al hipersensible, al que tiene
problemas en casa, al que prefiere otros ámbitos a la asignatura que impartes…
no siempre es fácil. Por eso la programación ha de ser diseñada ya desde la
base… teniendo en cuenta dicha variedad.
Pero cuando te enfrentas al papel… no
parece tan sencillo. Yo siempre temo no hacerlo bien. Y también me preocupa
escribir lo correcto pero no ser capaz de hacer un buen seguimiento de lo
programado.
He de confesar que mi estrategia a la hora de programar es sencilla: legislación autonómica, estándares de aprendizaje, qué aspectos de lo previsto para cada etapa quiero trabajar de una manera más experiencial, qué puedo abarcar con lo previsto en el libro de texto, qué interesa abordar planteando nuevas rutas y/o rutinas de pensamiento y, por último, intentar proponer formas de evaluación variadas que no se reduzcan a pruebas puntuales.
Para mí resulta un reto más complejo la
Programación de Aula, porque no siempre se puede reflejar a priori el enfoque
de lo que se va a realizar. Pero sí os puedo compartir mi truco más rentable:
Tener siempre presente, al diseñarla, la Taxonomía de Bloom, también su versión
revisada por Anderson y Krathwohl y la adaptación de Churches para la Era
Digital. Estas últimas no cambian los niveles de dicha taxonomía pero los enriquecen
con aprendizajes propios de los nuevos tiempos e introducen nuevas acciones
relacionadas con las tecnologías digitales.
¿Demasiado técnico explicado así? La
cuestión es que, independientemente de que la forma de trabajo planteada sea
deductiva o inductiva, hemos de garantizar la adquisición de los objetivos
mínimos para todo el alumnado y en el diseño de la unidad didáctica: recordar,
comprender, aplicar, analizar, evaluar y crear han de verse reflejados. En
ocasiones es más cómodo trabajar por bloques de contenidos, pero en otras
aporta una perspectiva más global plantear un solo proyecto y englobar en él
diferentes acciones.
Pongamos por ejemplo una
temática frecuente en la asignatura que imparto, Lengua y Literatura españolas:
Categorías gramaticales, análisis morfológico, determinantes vs pronombres. En
este caso se puede programar un “Juegos Reunidos” tanto en versión papel
como en versión digital (hay miles de herramientas en la Red con las que es
fácil crear actividades interactivas incluso para una “neardental digital “
como yo). ¿Qué tipos de juegos? Por ejemplo: para recordar usemos un Busca
su pareja, para comprender propongamos un Busca las diferencias
entre oraciones que contengan formas homónimas que se puedan diferenciar según
acompañen a un sustantivo o lo sustituyan, un Bingo en el que esté
escrito el análisis morfológico de palabras de
varias categorías y a medida que cantas esas palabras ellos tengan que
localizar las que cumplen esa descripción, a posteriori pueden investigar y evaluar
si el uso de estas categorías es frecuente o no en Canciones de moda que
conocen y, por último, pueden crear una Autobiografía en la que empleen
al menos 20 palabras de tipologías diferentes de dichas categorías. Ante las propuestas, es lógico que cada
alumno/a decida en función de sus potencialidades, de su momento personal, de
su seguridad con el tema, etc… en qué retos se implica más; pero a día de hoy
es nuestra obligación ofrecerles diferentes enfoques y mecanizar diversos
abordajes para que, aún repitiendo contenidos, su radio de acción y gestión sea
cada más amplio, más complejo y más eficiente.
En el fondo no es tan difícil, ¿verdad? ¡Y así garantizamos que tanto aquellos a los que les cuesta como los que querrían tener más estímulos se vean motivados … pero también que pongan a funcionar sus neuronas con diferentes ejercicios y que creen, aunque sea con los mismos contenidos, conexiones neuronales nuevas! Curioso… cuando se hace así por sistema ya no se oye “Otra vez nooo” sino “¿y hoy que vamos a hacer? ¿Puedo ser el primero o primera?” Y eso… trabajando con infancia y adolescencia…es un gran milagro.
En esta sociedad tan hiper-estimulada,
es también prioritario programar el entrenamiento de la escucha activa (tanto
interna como externa), la aceptación (el hecho de que la “verdad” y las
potencialidades del otro sean diferente a la mías hace la vida más
interesante), el discernimiento crítico y la comunicación efectiva (entrenar la
reflexión sobre qué decir, a quién , cómo y cuándo transmitirlo para que, tanto
en el ámbito educativo como en el vital, comunicarse se convierta en una acto
satisfactorio).
Y como sustrato de todo, la conciencia
de la diversidad, tan rica y tan mencionada pero no siempre explorada a fondo.
Es, en base a ella, en mi modesta opinión, como hay que realizar la
programación de aula: diseñar actividades, transformar los criterios de
evaluación en herramientas de “evolución”, y realizar las adaptaciones
metodológicas y/o, si es necesario, significativas teniendo en cuenta el
proceso desarrollado por cada alumno/a desde la observación inicial hasta el
momento evaluativo concreto.
Si además de programar así, tanto la PD
como la planificación trimestral, somos capaces de lograr un clima de aula que
preste atención al estado emocional del grupo y las circunstancias personales
del alumnado (no solo de esos que “dan más tarea” sino también de esos
“diamantes” cada vez más escasos que tienen interiorizados silencio y escucha),¡solo
nos falta la capa de superhéroe!
Cuando me propusieron hablar de este
tema, me pasó como cuando empiezo a planificar las programaciones: ¡Qué
responsabilidad! ¿Por dónde empiezo? ¡Ay! ¿Y si no lo hago bien?
¡Queridos/as compañeros/as de camino! Creo
que lo único que tengo claro a la hora de programar es que el aire de ayer,
pleno de contenidos y de repetición mecánica de ejercicios, que sigue un libro
de texto como elemento prioritario de trabajo, que planifica por temas, que
considera las asignaturas compartimentos estancos y que trabaja con toda la
clase y todas las clases del mismo nivel en bloque… ya no es posible
respirarlo…
Así pues, solo nos queda respirar el
ahora y tener en cuenta que esta respiración está abocada a dejar paso a una
bocanada nueva, más fresca y que debe oxigenar a nuestro alumnado en cuerpo,
mente y espíritu. Y salir del Escape Room que resulta a veces el aula con el
orgullo de haber sabido sobrevolar con profesionalidad los nuevos tiempos… ¡con
o sin capa!
Marta Rodríguez Díaz.
Profesora de Lengua y Literatura ESO
Colegio Corazón de María (Claretianos de Gijón)