lunes, 19 de octubre de 2020

SONRIENDO CON LA MIRADA

SABÍAMOS QUE NADA IBA A SER IGUAL

Sabíamos que iba a ser un comienzo distinto y no exento de dificultades y, por eso, comenzamos a prepararlo en abril. Sí, en abril, cuando todavía no nos habíamos recuperado del trauma que supuso el cierre de nuestros colegios por el estado de alarma y la necesidad de estar confinados. 




 Han sido muchos días de trabajo de nuestros equipos directivos que, ante el silencio e incertidumbre generada por las administraciones educativas, se vieron forzados a imaginar múltiples escenarios manteniendo un único objetivo, casi una obsesión, el cuidado de la salud de todos los miembros de nuestra comunidad educativa, y un mantra repetido: tenemos que ir siempre un paso por delante de las medidas de seguridad que nos marquen las autoridades sanitarias y educativas. Nuestros centros educativos tienen que ser espacios seguros. Las once versiones que llevan nuestros protocolos institucionales de actuación ante la pandemia dan buena cuenta de este trabajo y de esta preocupación.

 Sabíamos que nada iba a ser igual y así fue. 

 Comenzamos sin besos ni abrazos, pero sonriendo con los ojos. Porque sí, hemos tenido que aprender a sonreír con los ojos por encima de la mascarilla. Nos hemos abrazado en la distancia, sin tocarnos, y hemos sentido que nuestros corazones pueden estar muy cerca, aunque nosotros debamos estar a metro y medio unos de otros. Hemos vuelto con nuevos hábitos, con nuevas rutinas, pero dispuestos a seguir, con más empeño si cabe, en nuestra labor educativa y evangelizadora. Y por eso, este curso, queremos cuidar especialmente la gestión de nuestras emociones en este retorno a las aulas en el que todos hemos perdido algo o a alguien y algunos mucho e incluso a muchos. Y por eso nuestros responsables de pastoral nos buscaron un lema que quería ser un concentrado de toda nuestra pastoral escolar y surgió: ¡Arriba los corazones!

En medio de esta “anormal” nueva normalidad que nos toca vivir, tenemos que cuidar nuestros corazones y tenemos que ayudarnos a levantar los corazones porque hoy, más que nunca, en nuestros colegios queremos cuidarnos, cuidar a nuestros alumnos y que aprendan a cuidase para que todos podamos cuidarnos. Pero cuidando especialmente el corazón, algo por cierto muy nuestro, muy identitario, pues dos de nuestros colegios llevan esa palabra en su denominación.

Cuando ya faltan pocos días para la fiesta de nuestro Fundador, el P. Claret, podemos decir que nuestros colegios se han convertido en lugares de acogida, en puntos de encuentro y de estabilidad en medio de la marejada que la pandemia ha provocado. Y nuestro compromiso es seguir siéndolo todo el tiempo que haga falta. Por eso no sería justo terminar esta breve reflexión sin poner en valor y agradecer, de corazón, el esfuerzo y el compromiso de todo el personal de nuestros centros que día a día nos demuestran su calidad y calidez humana, y el apoyo incondicional de las familias que nos han confiado la educación de sus hijos.

Gracias a todos y… ¡arriba los corazones!


J. Basilio Álvarez Llana

Coordinador Equipo de Titularidad

Colegios Claretianos Prov. Santiago