jueves, 14 de enero de 2021

SOMOS UNA FAMILIA CLARETIANA

 

Para los padres, los hijos son su tesoro más preciado. La trascendencia de su vida.

 

Su futuro depende en gran parte de la educación que se les ofrece. Los principios con los que sea impartida esa educación tienen gran importancia. No solo depende del contenido, no es solo cuestión del qué, sino del cómo.

Desde que nacen, los padres tomamos muchas decisiones por ellos y el colegio donde estudiarán es probablemente una de las más importantes. Escoger un centro educativo es más que solo considerar horarios, cercanía, resultados académicos o innovación en la educación. Que por supuesto, tiene su peso a la hora de elegir, pero merece la pena detenerse también y pensar más a fondo en los principios con los que van a guiar a tus hijos. Que considero, marcarán de manera importante la ilusión y la determinación con la que afronten el mañana, independientemente de sus resultados académicos.

 


Dentro de sus muros, nuestros hijos no solo van a recibir diferentes conceptos y competencias para su porvenir. Van a aprender a relacionarse con iguales y superiores, aprenderán a manejar sus emociones fuera de casa, tendrán seguramente su primer amor. Y, finalmente, si compartís esa necesidad, aprenderán solidaridad, respeto y formación espiritual moderna en el contexto de la tradición y los valores cristianos.

Desde hace 12 años, somos Claretianos y digo somos, porque no solo mis hijos lo son al estudiar en este centro. Somos una familia claretiana, remamos juntos, decidimos ser parte activa de la vida colegial y colaborar en el enriquecimiento de las diferentes actividades del Centro y su Comunidad, y así nos lo han permitido. Lo cual nos da un profundo sentimiento de pertenencia. Ese papel que se otorga a las familias nos hace conscientes de una gran responsabilidad, pero, al mismo tiempo, regala la satisfacción de haber participado en la formación de nuestros hijos, para verlos como ciudadanos integrales, con bases sólidas, valores familiares, personales y espirituales.

Puedo decir sin reservas que nos encontramos en un colegio muy especial. Conocemos el esfuerzo titánico que se está llevando a cabo para adaptarse a esta época tan dura y asegurar el derecho educativo de nuestros hijos, manteniendo su ideario, el cual nos atrajo tanto cuando lo elegimos. Comprobamos que las enseñanzas dadas a nuestros hijos son las adecuadas, que se imparten de la mejor manera posible y se hacen dentro de un marco de consideración hacia ellos y hacia nosotros, como padres. Y vemos, como fruto, los resultados académicos de los chicos mayores como la mejor rampa de despegue hacia futuras carreras o trabajos.

Pero, además, nuestro centro nos da la oportunidad de participar de formas muy variadas en su vida colegial según nuestras capacidades, preferencias y disponibilidad. Las posibilidades son múltiples. Se puede colaborar desde pastoral como acompañantes y catequistas, o formar parte de la asociación de madres y padres, de forma habitual o puntual en las diferentes actividades que se celebran a lo largo del año, siempre con la intención de hacernos crecer como familia, y apoyar una aspiración común: que nuestros hijos y las siguientes generaciones reciban una educación de mayor calidad e integridad, para ser ciudadanos del mundo del futuro, del que ya no nos pertenece nada, salvo preservarlo para los que hacia allí se dirigen y lo puedan disfrutar con la mejor y más completa preparación posible.

Claudia Urrego Laurín

Una madre Claretiana