lunes, 29 de noviembre de 2021

¿Tu colegio está preparado para las TIC?

 Consideraciones para que las TIC no te arruinen la sesión.


Lunes por la mañana. Este fin de semana has rematado las actividades de tu nuevo proyecto. Tras innumerables horas de preparación (con o sin la ayuda de un compañero/a) de las agrupaciones, el sistema de evaluación, la inclusión, la cultura de pensamiento y tras un sonado fiasco con los obsoletos mini-portátiles colegiales, has incluido una autorización para que el alumnado traiga su dispositivo al colegio. Todo tu alumnado saca el dispositivo con las baterías físicas y emocionales bien cargadas. Encienden, introducen la contraseña de la Wifi colegial y… No sabemos si hace falta describir el cuadro a continuación. Innumerables manos levantadas: - Profe, a mí no me va - ¡Jo, ¡qué lento, tarda dos años! - ¡Se nos ha ido la conexión!  Y, de pronto, suena el timbre que indica el final de la sesión. Todo el mundo levanta la cabeza de su dispositivo y se mira con la misma expresión de asombro y hastío. Sales del aula y le preguntas al Coordinador TIC, ese compañero o compañera que sabe un poquito más que los demás y que te contesta con una elevación de hombros, entre la resignación y el “¿Qué esperabas?”. Esta es la realidad de muchos centros y profesores que, espoleados por sus ganas de innovación o por la presión de sus equipos directivos, se lanzan a esta aventura del One to One.

 


Los centros y sus equipos directivos deben reflexionar sobre ciertas cuestiones críticas, para que este “querer avanzar” hacia el trabajo con dispositivos en el aula no se vuelva una pesadilla y fuente de frustración para todos. Y no hablo aquí solamente de las decisiones previas a nivel pedagógico sobre si tener dispositivos en el aula va a ser seña de identidad del trabajo a realizar, será un complemento o una decisión de cumplir con lo justo que la legislación imponga por decisiones de tipo ético, educativo o moral, sino de lo necesario para que la experiencia sea además de educativa, fiable y segura.

 

Primera curva: tu edificio.

Seguramente tu edificio es un edificio antiguo, que vaya desde lo señorial a lo directamente industrial. Gruesos muros de ladrillo, modernizado con alguna pared de cristal; interminables pasillos, esquinas y recovecos. Toda una trampa para las ondas de tu wifi que, estratégicamente situada para dar la mayor cobertura con el mínimo coste, no alcanza todas las aulas.

La única solución es llevar el cableado hasta cada aula. Sí, ya sé lo que estás pensando: es mucho, pero que mucho cable. En nuestro caso concreto, para llevar una doble conexión a cada aula y al ritmo de la primera y segunda fases, estamos hablando de más de 1.5 km. La solución que como centro tomamos fue la de poner una conexión cableada para el ordenador del profesorado y otra con una antena wifi que genera una red propia para esa aula.

Piensa que quizá no quieras que la red esté funcionando todo el tiempo, prepárala para poderla desconectar por fases.

Segunda curva: tu conexión.

Aunque hoy en día casi todos los centros situados en núcleos urbanos poseen fibra óptica, puede que tu centro, por encontrarse a las afueras o en un entorno rural, todavía no pueda acceder a ella y tu velocidad de conexión, así como su asimetría, te limite en todos los aspectos.



Es imprescindible una conexión de fibra óptica simétrica. ¿Qué significa esto? Se trata de una conexión de alta velocidad que, con la necesaria infraestructura, permita que la velocidad llegue a cada dispositivo y que la velocidad de subida y bajada sea la misma. Nuevamente, para que tu señal no empiece a repartirse y llegue famélica o no llegue a los dispositivos necesitas que el cable llegue al mayor número de dispositivos de manera directa. Tus antenas wifi (si no son de las carísimas) serán capaces de absorber un número determinado de equipos que, para tus cálculos, no van a ser varias aulas con sus 25 o 30 alumnos y alumnas. Tendrás que ir de una en una.

Tercera curva: tu infraestructura previa.

Tu centro seguro tiene cables, switches, repetidores wifi y, en casos excepcionales, un Firewall de aquella empresa que lo instaló a principios de milenio o del profesor entusiasta con exiguo presupuesto, que no está a la altura de los requerimientos de lo que hoy día se precisa. Además, puede que el criterio que llevó a crear la infraestructura de esa manera no sea la mejor en el momento actual.

Es probable que la categoría de los cables instalados y su antigüedad, además de su longitud, estén limitando tu velocidad. También, si discurren cerca de la instalación eléctrica, las interferencias lo harán. A estas alturas, ya te habrás dado cuenta: más cable. Si es posible, de categoría 6 o superior y con apantallado si va cerca del circuito eléctrico.

Tus Switches y cualquier elemento de red debe ser gigabit, de lo contrario el cuello de botella y la limitación de velocidad está servida. Revisa todo el material y si no es gigabit, descártalo. Ya sé que parece que está nuevo y que funciona bien, pero hazme caso, DESCÁRTALO. Y si no quieres tener el almacén lleno de cosas que no utilizarás, dónalo o llévalo a un punto limpio.

Asegúrate de que las conexiones, crimpados y demás son limpios y no pierdes velocidad. ¿En cada uno? Sí. Ahorrarás tiempo en caso de buscar, después de tener todo montado, dónde demonios se han ido esos megas de velocidad.

Ve más allá de lo necesario. Seguramente lo vas a necesitar en menos tiempo del que crees.

Es necesario tener un documento de redes y servicios bien claro, actualizado y con recomendaciones para dummies (del tipo ¿está el cable bien conectado? Si es así comprueba que estás en la red adecuada… ¿Has escrito bien la contraseña?). Ya sabéis… usando el pensamiento computacional. De lo contrario el día que tú o vosotros no estéis, nadie sabrá por dónde va qué, cuáles son las contraseñas o por qué el ordenador del laboratorio no tiene conexión.

Cuarta curva: la seguridad.

Se estima que casi el 85% del contenido de internet es inapropiado para alumnado en edad escolar obligatoria y la seguridad de que el alumnado no va a poder acceder al mismo (al menos desde la red colegial y en horario lectivo) tiene que ser plena.

Sé que no es un recurso barato y, en la mayoría de los casos, es una tortura configurarlo para que funcione como queremos y deje a los libros digitales acceder, pero necesitas un Firewall y este debe ser de calidad. Además de controlar el tráfico y optimizar la velocidad y carga de las conexiones, te permitirá dormir tranquilo sin encontrarte una denuncia de una familia por no proteger a un menor de contenido inapropiado.

Además, hay que establecer un protocolo de cambio de contraseñas para que todo el alumnado del colegio no acabe con el teléfono continuamente enchufado cada vez que todo se pone en marcha. El firewall puede ayudarte no dejando que determinado tipo de dispositivos puedan conectarse en determinadas redes. O a lo mejor si los equipos son colegiales, se puede identificar cada equipo con su dirección IP (esto sería lo ideal si los equipos son colegiales o los usuarios lo permiten).

Quinta curva: tu presupuesto.

Puede que esta sea otra curva en tu camino o no. En nuestra experiencia personal de colegio pequeño, en situación postpandemia y luchando por mantener nuestro flujo de alumnado, sí lo ha sido y lo sigue siendo.

Habrá cuestiones en las que el presupuesto es innegociable: Firewall, categoría de los cables y calidad de los dispositivos de distribución de la señal (switches y antenas). Pero hay otras en las que podemos optimizar el presupuesto. Por ejemplo, el esquema de red. ¿Todas las clases necesitan que todo el alumnado se conecte? ¿Dónde colocar los elementos de distribución para ahorrar cable? ¿Qué empresa me ofrece la mejor relación calidad-precio?

Nuestra opción personal ante la necesidad de abarcar el máximo posible con el menor presupuesto, nos llevó a completar la infraestructura nosotros mismos. Sí, nos formamos de manera no reglada y, con el asesoramiento de la empresa que realiza el mantenimiento de los equipos de oficina, nos lanzamos al asunto. Sí, utilizamos horas fuera de toda jornada lectiva y no lectiva para ir haciéndolo realidad, personal de mantenimiento incluido (que nos teme cada vez que aparecemos por la garita). ¡¡Y sí, utilizamos el aprendizaje servicio para que el alumnado de Tecnología de 4º de ESO nos ayudara en la tediosa tarea de crimpar las conexiones rj45!!

Tras dos de las cuatro fases en las que dividimos el proyecto ya ejecutadas, todo funciona de la manera esperada: el profesor siempre tiene internet y el alumnado se conecta para las tareas sin problema y, salvo algún problema muy puntual que se suele resolver con el protocolo para dummies, los quebraderos de cabeza ahora suelen estar con los equipos. Pero esa es otra historia que, si me dejan…, algún día os contaré.


Israel Delgado

Jefe de Estudios de ESO 

Colegio Claret de Aranda de Duero

 

lunes, 15 de noviembre de 2021

LA CONVIVENCIA ES UN CAMINO DE IDA Y VUELTA

 COLEGIOS QUE MEJORAN LA SOCIEDAD

En educación, todos los caminos tienen que ser recorridos en los dos sentidos que conectan a las personas.

A veces me cuesta explicar la diferencia entre dirección y sentido en mis clases. Entiéndeme: La dirección es la línea que une dos puntos y el sentido es el recorrido que elegimos hacer para ir de uno a otro.

La convivencia diaria produce uniones que siempre van de una persona a otra. No es importante su duración en el tiempo, sabemos que hay encuentros muy cortos que marcan una vida. Pocos sitios hay que sean capaces de crear interacciones tan diversas, intensas y significativas como las que aparecen en los colegios. Esto convierte la labor educativa no solo en un derecho, es la obligación de garantizar que todos los niños, niñas y jóvenes tengan acceso a la educación, pero no a cualquier educación sino a una educación de calidad con igualdad de oportunidades, justa y equitativa para todos y para todas (Ainscow, Booth y Dyson, 2006; Echeita y Duk, 2008)

Nuestros colegios reproducen los contextos sociales en los que están inmersos, pero tienen el objetivo de mejorarlos. No es suficiente que funcione la inclusión en nuestras aulas y patios, el objetivo es crear espacios donde todos puedan vivir con los demás y ser útiles para ellos. Os hablaba de la dirección que conecta dos personas y que podemos recorrer en los dos sentidos para llegar al otro o para dejar que el otro me llegue a mi.



En nuestro colegio de Madrid respondimos a la necesidad del barrio de Chamartín de atender alumnos con trastorno general del desarrollo. Lo que empezó con tres alumnos con trastorno en el espectro autista es ahora una apuesta renovadora en nuestros pasillos. Este curso hemos abierto la tercera aula TGD, y tres especialistas en Audición en lenguaje y tres Técnicas de Integración social coordinan al claustro de profesores en el trabajo diario para que estos alumnos accedan al contexto social en el que van a vivir.  Más allá de las características que día a día se trabajan con ellos, cada uno es diferente (ausencia de lenguaje, hiperactividad, ecolalias…), importa que entendamos que su dificultad de comunicación no significa que no sientan y que no sean conscientes de lo que ocurre alrededor. Que el niño quiera participar del juego de sus iguales y no sepa cómo hacerlo, por ejemplo, exige un trabajo más importante que aprender las vocales o los números. Es un trabajo largo donde unos y otros tienen que encontrar la manera de entenderse.

Nada en el colegio me daba tanta alegría como cuando Álvaro, que ya lleva tres años con nosotros en un aula TGD, se paraba y me miraba un momento hasta que en el recreo otros niños se acercaron a él, le cogieron de la mano y le dejaron llevarles a saltar al rincón del patio donde se siente seguro. Recorrían la misma línea que les unía, pero cada uno en el sentido que les llevaba al otro.

La escuela inclusiva debe modificar su estructura y ofrecer a todos las oportunidades educativas y ayudas que garanticen el desarrollo personal autónomo y su avance académico. La inclusión es todo lo opuesto a la uniformidad. Ofrece el reto de crear contenidos a partir de las diferencias y los puntos comunes.



Son muy importantes los espacios participativos donde el valor fundamental sea el interés por la convivencia, la comunicación, el interés por aprender y relacionarse. Para desarrollar las competencias asociadas a todo esto, los grupos cooperativos, la docencia compartida en el aula, el trabajo colaborativo, los grupos interactivos, la tutoría entre iguales y el trabajo por proyectos serán prácticas necesarias y eficaces.

A finales del curso pasado el colegio Maria Corredentora nos ofreció poner en marcha una experiencia nueva: un aula estable en nuestro colegio. Un aula estable es un Programa Profesional de estudios administrativos (Formación Profesional) en el que sus alumnos y profesores trabajan en un aula de nuestro colegio. Comparten con el resto de alumnos en los espacios comunes, patios y comedor. Asisten a las clases de religión, educación física y a las tutorías.

En nuestras aulas cabemos todos, con todas nuestras luces y con todas nuestras sombras. Escuchamos todas las voces de nuestro alumnado, dejamos que sean un poco más ruidosas y reconocemos y valoramos la identidad de cada chica y chico.

Los alumnos de María Corredentora/Claret se encargan de hacernos fotocopias y nos ayudan a encuadernar y a digitalizar documentos. Ignacio es uno de ellos y también forma parte del equipo de mediación del Claret. Él Sabe que me gustan mucho los cómics y, a veces, cuando baja a secretaría a por sus tareas, viene al despacho para que le cuente algo sobre mis tebeos. Se retrasa y llega tarde a clase por mi culpa y yo, consciente de mi error, recibo cariacontecido la regañina de sus profesoras, pero creo que me voy a volver a equivocar encantado. Ir del uno al otro nos enseña que hay direcciones que, si no se recorren en los dos sentidos, no llevan a ninguna parte.

 José Ignacio Jiménez Ortega

Director coordinador del Colegio Claret de Madrid