jueves, 30 de enero de 2020

La habilidad de hacerse las preguntas correctas


De la escuela del  QUÉ a la escuela del  QUIÉN.

Etimológicamente, EDUCACIÓN deriva de dos voces latinas: educare (criar, nutrir, guiar, conducir, formar, instruir, de afuera hacia adentro) y educere (sacar, extraer, de adentro hacia afuera).

Partiendo de esta definición, ¿en qué consiste la educación realmente: en ver a nuestros alumnos como un gran contenedor que  podemos llenar de conocimientos a lo largo de toda su etapa educativa o en verlos como seres a los que podemos ayudar a descubrir y  sacar hacia fuera todos sus  potenciales y talentos?

La mayoría de los que estamos leyendo, hemos sido educados como educare, desde fuera hacia dentro, donde la escuela, la familia y  las instituciones, nos han enseñado a ser contenedores de una gran cantidad de conocimientos que se consideraron importantes como base de una buena formación integral de la persona, principalmente a través de la memoria y de la repetición. Esto ha funcionado ya que el sistema y la sociedad nos acompañaban y nos preparaban para realizar estudios universitarios y después  desempeñar trabajos en función de ellos. 

A principios de siglo, se dieron los primeros pasos de lo que se vino en llamar “innovación educativa”, donde  se intentaba dar respuesta a los cambios que se estaban produciendo en la sociedad. La educación a partir de entonces  empezó a  realizar los primeros  cambios estructurales en el qué y el cómo de la educación,  orientada hacia la justicia para llegar a todas las personas.

Educere como educación, empezó a tomar más protagonismo, sacar hacia fuera los talentos y potenciales  de los alumnos  y acompañar  para que ellos mismos  los descubran y les sirvan para aprender y, a través de ellos, poder superar sus dificultades, en definitiva, pasar de la escuela del qué a la escuela de quién.

Si ayudamos a descubrir, sacar y potenciar a través de la creatividad y observando al alumno como un ser único, nos convertiremos en una escuela donde daremos respuesta a las necesidades de cada niño, pudiendo así personalizar su aprendizaje.

Podríamos establecer un decálogo donde recoger, entre otros muchos, algunos puntos donde se intenta reflejar la esencia de la escuela del QUIEN:

  1. Ayuda a  que los niños puedan extraer (de dentro hacia fuera) todo el potencial innato que trajeron consigo al nacer, y se complementa con una enseñanza de fuera hacia dentro, donde poder adquirir conocimientos y acompañamiento.
  2. Respeta   y conoce el desarrollo natural de  los niños, pudiendo así dar respuesta a sus necesidades.
  3. Concibe a los niños como seres únicos e irrepetibles con inteligencias diversas. Considera que el hemisferio izquierdo y el derecho son igual de válidos e importantes.
  4. La escuela es el lugar donde los alumnos, a partir de su creatividad, preparan y acondicionan los escenarios para que se produzca el correcto desarrollo de sus facultades.
  5. Parte de la motivación y de los intereses de los alumnos para el desarrollo máximo de sus capacidades y proyectos personales, le ayuda a conocerse y a conocer el verdadero propósito de la vida.
  6. Favorece el aprendizaje entre iguales, la cooperación y el respeto hacia el medio y aquellos que le rodean.
  7. Acompaña a los niños en competencias, aprender a aprender, para diseñar soluciones a los problemas y estar abiertos a los cambios que la vida les plantean.
  8. Parte de una evaluación personalizada y con un carácter cualitativo donde los alumnos conocen sus progresos y parten de ellos.
  9. EL ALUMNO ES EL VERDADERO PROTAGONISTA: “A los alumnos se les ha de enseñar a pensar, no qué pensar.”(Margaret Mead)
  10. Se inspira en la confianza en sí mismos, que aprendan a quererse y aceptarse tal y como son,  como base de una educación emocional.

Ana I Matarranz Gimeno
Profesora-tutora Educación Primaria
Colegio Claret  Segovia


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