martes, 16 de junio de 2020

DIRIGIR EN LA DISTANCIA... EL ARTE DE ACOMPAÑAR



Si tuviéramos que describir cómo ha sido nuestro trabajo en los últimos tres meses, tardaríamos en encontrar las palabras precisas que definieran un tiempo lleno de incertidumbres, oportunidades y nuevos retos. En cuestión de días, incluso horas, nos vimos obligados a dejar atrás nuestras afianzadas formas de hacer para iniciarnos en un mundo nuevo para la docencia. De la noche a la mañana nos encontramos con una barrera infranqueable entre nuestros alumnos (y sus familias) y el colegio y sus profesores: LA DISTANCIA.

Nuestras rutinas perdieron el sentido, entradas y salidas, saludos y miradas, recreos y timbres, pasillos y aulas desaparecían para dar paso al único nexo de unión que nos quedó: la pantalla de un ordenador. De pronto nos encontramos ubicados en el salón de cada una de las casas de nuestros alumnos. No podíamos dar crédito, pero así fue. Había pues, que recalcular. En nuestro GPS debíamos encontrar cuál sería la mejor ruta para seguir nuestro camino. Y así hicimos.

¿Por dónde empezar?
Nuestro punto de partida estuvo claro: Nuestra prioridad, el bienestar de nuestros alumnos y sus familias. Nuestro lugar, a su lado, acompañando, cuidando, ofreciéndoles lo que estuviera en nuestra mano, dejando todo lo académico en un segundo plano para cuidar su estado emocional ante una situación que se presentaba nueva para todos.
¿Cómo podíamos ofrecerles nuestra mano en la distancia? Solo había un camino, la tecnología. La tan traída y llevada tecnología. Aquella a la que no terminábamos de darle un sitio, la tan querida por unos y denostada por otros, venía ahora para ser la grúa que nos sacara a todos de un atolladero que no ofrecía más que esta única salida. Ahora bien, debía ser utilizada con corazón, debíamos imprimirle alma a la fría pantalla. Nos iba nuestra identidad en ello. Pues bien, el alma y el corazón serían los principales ingredientes del trabajo realizado por los profesores y tutores. Ellos son los expertos, lo hacen a diario, ahora solo tenían que utilizar diferente vehículo.


¿Qué papel jugábamos los directores en todo ello?
Principalmente, escuchar, acompañar, cuidar, animar y sobre todo confiar en ellos, en los profesores. Escuchar sus inquietudes y miedos, así como sus intuiciones y consejos para mantener el contacto con nuestros niños, para volver a arrancar el motor.
Acompañar en un camino totalmente nuevo para todos. Hemos aprendido que la distancia no separa. Al contrario, une más si los vínculos previamente establecidos son firmes. Juntos hemos experimentado nuevas herramientas, nuevas oportunidades y también duras experiencias.
Cuidar es fundamental. Hemos visto cómo las jornadas de trabajo se prolongaban más allá de lo nunca visto, desapareció el timbre, no había horarios. Es de vital importancia respetar tiempos de descanso, establecer obligados momentos de desconexión y comprender y tener en cuenta las diferentes situaciones personales. No olvidemos que a todos afecta la distancia. Por ello se hacía imprescindible también animar a nuestros equipos de trabajo, las dificultades pueden ser muchas, pero las oportunidades también. Hay que hacer el ejercicio de verlas para mostrarlas y compartirlas. No olvidemos que la educación emocional empieza por uno mismo.
Y confiar por encima de todo. La distancia puede tenderte la trampa de la inseguridad, de la desconfianza. Pero no hay lugar para ello. Sí hemos aprendido que se hace imprescindible establecer vías de comunicación sistemáticas, secuenciar bien las acciones y medir nuestras intervenciones. De lo contrario podemos caer fácilmente en el agobio y la saturación.
Las familias. Siempre están ahí. Siempre he mantenido que hay que estar a su lado, y no enfrente y que hay que aprender a darles su sitio en la escuela. Ahora se ha hecho patente, para profesores y padres, el papel que juega cada uno de ellos en la educación de sus hijos y alumnos. Creo que ha llegado la oportunidad de emprender un camino juntos, con nuevas vías de colaboración. En los proyectos de dirección de los centros deben tener su presencia, redefinida y consensuada. Forman parte de nuestro día a día.

La distancia ha estado acompañada de soledad. No podemos obviarlo. Nos ha afectado a todos. Para los directores, acostumbrados a cierta dosis, también ha supuesto un revulsivo. Nos hemos visto obligados a encontrar y mejorar nuestras vías de comunicación y relación con profesores, alumnos y padres. Y por qué no, nos ha proporcionado enriquecedores momentos de reflexión y auto análisis. Todo suma.
Desaprovecharíamos una oportunidad de oro si no hiciéramos una serena reflexión de todo lo que la distancia nos ha aportado. Mucho de lo vivido llega para quedarse. Mucho de lo aprendido llega para cambiarnos. Ahora toca seguir descubriendo el valor de lo sencillo y por qué no, celebrar en la distancia las satisfacciones que nos brinda nuestro trabajo.


Regina de Andrés, Directora Pedagógica de Primaria
Colegio Claret de Segovia

1 comentario:

  1. Precioso y fiel reflejo de nuestro espíritu!!! Enhorabuena Regina!!!

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