VIII Promoción Curso de Identidad carismática y espiritualidad claretiana
Del 14 al 18 de noviembre tuve la posibilidad de participar en
la primera parte del encuentro de formación para profesores sobre identidad,
carisma y espiritualidad claretiana. Ha sido un regalo y una oportunidad poder hacer
una pausa en nuestro día a día del colegio y encontrarnos con otros educadores
de la familia claretiana de España y Portugal para compartir nuestra misión y
seguir conociendo lo que nos hace familia al estilo de Claret.
Claret
fue, ante todo, un creyente urgido por el evangelio a transformar la realidad
colaborando en la construcción del Reino, un sacerdote y misionero que amaba a
la Iglesia y se sentía parte de ella. Desde ahí, gran parte de lo escuchado
esos días, pasó por re-cordar (volver
a pasar por el corazón) nuestro ser de educadores
cristianos: sentir que nuestro día a día, nuestra labor en el colegio no es
simplemente un trabajo, no somos “cumplidores de un horario”, sino que nos
sentimos llamados a una misión que va más allá de nosotros mismos (Ideario, 9),
una misión que compartimos y que es también parte de ese Reino que soñamos.
Sabernos y sentirnos llamados de manera personal a algo grande, algo tan grande como en aquel cuento en el que tres personas estaban picando piedra y, al preguntarles a cada una de ellas qué hacían, la primera contesta que picar piedra; la segunda, que ganarse el jornal y la tercera, que construir una catedral: nosotros, con nuestra labor diaria en el colegio estamos construyendo personas-catedrales, obras magníficas de arte, a pesar de que haya días en los que picar la piedra se nos haga cuesta arriba. Porque ya sabemos que habrá (y hay) días difíciles, pero también nos recordaron que, cuando tienes claro a qué estás llamado, sabes esperar e incluso sufrir con paciencia… ¡cuánto de paciencia hay en nuestra labor educativa, conscientes de que lo nuestro es sembrar, pero muy probablemente no llegaremos nunca a cosechar!
Educamos
al estilo de Claret que arde en caridad y abrasa por donde pasa,
ojalá no dejando quemaduras, sino rescoldos que den calor y sirvan para encender
otros fuegos que iluminen tantas vidas; que supo leer la realidad que le tocó
vivir y centrar su labor en lo más
urgente, oportuno y eficaz, valiéndose
de todos los medios a su alcance para salir al encuentro del otro y llevar adelante la misión, teniendo en cuenta
que mi espíritu es para todo el mundo, es
decir, que formamos parte de una misión universal abierta a todos,
especialmente a quienes más nos necesiten.
Ese
espíritu de Claret debería llevarnos a que la pastoral de nuestros colegios no
fuera algo secundario, sino su eje vertebrador. Una pastoral que se vive en
cada aula, en cada pasillo, en cada asignatura… también en el recreo. Una
pastoral que, más que certezas, ayude a plantearse preguntas para poder mirar
más allá de la realidad cotidiana y de las prisas del día a día, que a veces
nos comen.
Qué sabia aquella directora😍. Gracias por tus frutos siempre, en el cole donde creciste y en el cole donde siembras.
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