lunes, 21 de marzo de 2022

EDUCAR EN TIEMPO DE GUERRA

 PIDO LA PALABRA... CONSTRUYO LA PAZ

 Como Equipo Pedagógico del Equipo de Titularidad de la Provincia de Santiago no queremos callar ante lo que está pasando. Tal vez no haya nada más contrario a nuestra labor como la guerra. Podemos decir que una guerra, cualquier guerra, es lo diametralmente opuesto a nuestra misión, visión y valores, opuesto a todo lo que hacemos y somos hora tras hora, día tras día en nuestras aulas, en nuestros patios, en nuestros colegios.



 Sin embargo, el conflicto, la crisis, es un momento privilegiado para hacer lo nuestro, para educar. Es importante dar forma y sentido a todo lo que llega a los oídos y a los ojos de nuestros alumnos. Los más pequeños seguramente no puedan o no sepan verbalizar lo que perciben, pero lo perciben. Las y los profesores de infantil son expertos en “leer” a los niños y niñas; saben ver donde los demás no vemos. Es importante estar atentos y valorar signos de ansiedad o de tristeza y darles cauce. El dibujo, la dramatización, la danza, la música son buenos instrumentos para que niños de infantil y primeros cursos de primaria pueda “sacar” fuera aquello que les preocupa, que les asusta o que les impacta. Una vez que lo externalizan, entra en juego la maestría de los educadores, y eso es lo más bonito de nuestro trabajo.

 Los niños más mayores, cursos primaria o primeros cursos de secundaria, tal vez necesiten “entender”, necesiten saber lo que está pasando; ya tienen aparato psíquico para comprender, pero tal vez les falte “inteligencia emocional” para poder interpretar correctamente lo que les llega. Aquí aparece la figura del “maestro” de manera crucial; es vital “traducirles” la realidad, enseñarles a leer el mundo. Ir más allá de reduccionismos y conectarles a los alumnos con el sufrimiento humano y también con la bondad humana. Los niños y niñas de primara tiene una gran capacidad de empatizar; hacer pequeños detalles en grupo, escribir una carta, preparar algún regalo… son fórmulas para canalizar las emociones que pueden estar sintiendo.

 Los alumnos mayores, hablo de ESO o Bachillerato, están en un momento diferente. Desde las distintas áreas pueden tener un acercamiento a una realidad tan dura como es la guerra. Pueden entender sus consecuencias y sus múltiples causas. Están conformando su “yo moral”, su “autonomía moral” y encontrar modelos (profesores) que tengan su “autoridad” es una semilla impagable para la paz. Rompamos la programación, respondamos a sus dudas, a sus prejuicios. Tenemos que ayudarles a distinguir desinformación, de la verdad, podemos darles herramientas digitales y analógicas para que vayan aprendiendo a ser ciudadanos empoderados, no manipulables. En el aula podemos trabajar, diálogos, estudio de noticias, con el objetivo de escapar de dualismos reduccionistas. Enseñarles a pensar les hará ciudadanos libres, ayudarles a dar el paso de la in-formación a la formación.                                    

 Pienso en las familias. Tal vez angustiadas ante las noticias o tal vez desconcertadas. Ser conscientes de que los menores viven las mismas cosas que vivimos los adultos pero con muchas menos defensas que nosotros. Eso les hace más vulnerables. Surgen multitud de oportunidades para educar, para mostrar a nuestros hijos cuáles son nuestros valores. Valoramos la paz, el diálogo, la esperanza. Respondamos a sus preguntas, no las evitemos; es buena idea ver alguna vez las noticias con ellos, comentarlas, pero sin obsesionarnos con lo que está pasando. No es fácil el equilibrio entre el drama y la preocupación, pero ahí está la habilidad de los padres que sabemos dar importancia a lo que lo tiene y relativizar aquello que no es vital.



 En definitiva, malos tiempos, tiempos de guerra, tan lejana y tan cercana como deberían parecernos todas las guerras del mundo. Nadie da lo que no tiene, y por lo tanto, tenemos el poder de educar sin decir una sola palabra. Nos pueden ver preocupados, pero no les contagiemos ansiedad, nos pueden oir hablar de ello, pero evitemos que sea el único tema. Podemos estar algo más tristes, pero también podemos sacar momentos para disfrutar, para jugar, para vivir. A pesar de todo, la vida es un regalo, frágil y vulnerable, pero un regalo, un don. La oración, desde la visión del creyente, es una herramienta poderosa para construir la paz, la oración de acción de gracias y la oración de petición; a veces podemos hacer pocas cosas que tengan una repercusión universal, pero ésta sí, una breve oración, un Padre Nuestro, un Ave  María a la “Reina de la Paz”… la fuerza de la oración es siempre más fuerte que la fuerza de la desesperanza, la fuerza del Amor es siempre más fuerte que el odio.

  

Equipo Pedagógico

Equipo de Titularidad

Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago

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