PIDO LA PALABRA... CONSTRUYO LA PAZ
Como Equipo Pedagógico del Equipo de Titularidad de la Provincia de
Santiago no queremos callar ante lo que está pasando. Tal vez no haya nada más
contrario a nuestra labor como la guerra. Podemos decir que una guerra,
cualquier guerra, es lo diametralmente opuesto a nuestra misión, visión y
valores, opuesto a todo lo que hacemos y somos hora tras hora, día tras día en
nuestras aulas, en nuestros patios, en nuestros colegios.

Sin embargo, el conflicto, la crisis, es un momento privilegiado para
hacer lo nuestro, para educar. Es importante dar forma y sentido a todo lo que
llega a los oídos y a los ojos de nuestros alumnos. Los más pequeños
seguramente no puedan o no sepan verbalizar lo que perciben, pero lo perciben.
Las y los profesores de infantil son expertos en “leer” a los niños y niñas;
saben ver donde los demás no vemos. Es importante estar atentos y valorar
signos de ansiedad o de tristeza y darles cauce. El dibujo, la dramatización,
la danza, la música son buenos instrumentos para que niños de infantil y
primeros cursos de primaria pueda “sacar” fuera aquello que les preocupa, que
les asusta o que les impacta. Una vez que lo externalizan, entra en juego la
maestría de los educadores, y eso es lo más bonito de nuestro trabajo.
Los niños más mayores, cursos primaria o primeros cursos de secundaria,
tal vez necesiten “entender”, necesiten saber lo que está pasando; ya tienen
aparato psíquico para comprender, pero tal vez les falte “inteligencia
emocional” para poder interpretar correctamente lo que les llega. Aquí aparece
la figura del “maestro” de manera crucial; es vital “traducirles” la realidad,
enseñarles a leer el mundo. Ir más allá de reduccionismos y conectarles a los
alumnos con el sufrimiento humano y también con la bondad humana. Los niños y niñas
de primara tiene una gran capacidad de empatizar; hacer pequeños detalles en
grupo, escribir una carta, preparar algún regalo… son fórmulas para canalizar
las emociones que pueden estar sintiendo.
Los alumnos mayores, hablo de ESO o Bachillerato, están en un momento
diferente. Desde las distintas áreas pueden tener un acercamiento a una
realidad tan dura como es la guerra. Pueden entender sus consecuencias y sus
múltiples causas. Están conformando su “yo moral”, su “autonomía moral” y
encontrar modelos (profesores) que tengan su “autoridad” es una semilla
impagable para la paz. Rompamos la programación, respondamos a sus dudas, a sus
prejuicios. Tenemos que ayudarles a distinguir desinformación, de la verdad,
podemos darles herramientas digitales y analógicas para que vayan aprendiendo a
ser ciudadanos empoderados, no manipulables. En el aula podemos trabajar,
diálogos, estudio de noticias, con el objetivo de escapar de dualismos
reduccionistas. Enseñarles a pensar les hará ciudadanos libres, ayudarles a dar
el paso de la in-formación a la formación.
Pienso en las familias. Tal vez angustiadas ante las noticias o tal vez
desconcertadas. Ser conscientes de que los menores viven las mismas cosas que
vivimos los adultos pero con muchas menos defensas que nosotros. Eso les hace
más vulnerables. Surgen multitud de oportunidades para educar, para mostrar a
nuestros hijos cuáles son nuestros valores. Valoramos la paz, el diálogo, la
esperanza. Respondamos a sus preguntas, no las evitemos; es buena idea ver alguna
vez las noticias con ellos, comentarlas, pero sin obsesionarnos con lo que está
pasando. No es fácil el equilibrio entre el drama y la preocupación, pero ahí
está la habilidad de los padres que sabemos dar importancia a lo que lo tiene y
relativizar aquello que no es vital.

En definitiva, malos tiempos, tiempos de guerra, tan lejana y tan
cercana como deberían parecernos todas las guerras del mundo. Nadie da lo que
no tiene, y por lo tanto, tenemos el poder de educar sin decir una sola
palabra. Nos pueden ver preocupados, pero no les contagiemos ansiedad, nos
pueden oir hablar de ello, pero evitemos que sea el único tema. Podemos estar
algo más tristes, pero también podemos sacar momentos para disfrutar, para
jugar, para vivir. A pesar de todo, la vida es un regalo, frágil y vulnerable,
pero un regalo, un don. La oración, desde la visión del creyente, es una
herramienta poderosa para construir la paz, la oración de acción de gracias y
la oración de petición; a veces podemos hacer pocas cosas que tengan una
repercusión universal, pero ésta sí, una breve oración, un Padre Nuestro, un Ave
María a la “Reina de la Paz”… la fuerza
de la oración es siempre más fuerte que la fuerza de la desesperanza, la fuerza
del Amor es siempre más fuerte que el odio.
Equipo Pedagógico
Equipo de Titularidad
Misioneros Claretianos de la Provincia de Santiago
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