lunes, 25 de abril de 2022

HABILIDADES BLANDAS... O NO TAN BLANDAS

 ¿Cueces o enriqueces?

 Hace ya unos años, existía un anuncio en la televisión de un producto culinario que enriquecía el sabor de nuestros platos y terminaba preguntándonos: “¿cueces o enriqueces?”.

Si utilizamos la metáfora del mundo culinario, nuestro quehacer educativo tendría mucho que ver con buscar las mejores recetas, dedicar tiempo, seleccionar con cariño los ingredientes, bajar el fuego para que se vayan cocinando a fuego lento, y, por supuesto, añadir ese toque personal que hace tan especial el resultado.


Nuestro toque personal podrían ser las (mal) llamadas habilidades blandas o soft skills. A estas alturas seguro que ya todos hemos oído hablar de ellas: aquellas habilidades personales, transversales y socioemocionales que están relacionadas con la inteligencia emocional y que buscan el desarrollo de ciertos valores y rasgos que favorecen la comunicación y la relación e(a)fectiva de la persona con quienes la rodean.

Habilidades como la capacidad para resolver problemas y adaptarse al cambio, el pensamiento crítico y analítico, las habilidades comunicativas y sociales, la predisposición para el trabajo en grupo, la inteligencia emocional, el sentido del humor, la responsabilidad, iniciativa, curiosidad e interés, la buena gestión del lenguaje no verbal, el autoconocimiento o el sentido común son esenciales en el aula, tanto entre los profesores como entre los alumnos, más aún, es esencial que los profesores las desarrollemos y vivamos para que nuestros alumnos puedan también ir adquiriéndolas desde el ejemplo.

Quizás deberíamos dejar de llamarlas habilidades blandas, por oposición a las habilidades duras que tienen relación con los conocimientos y lo más estrictamente académico y se da por supuesto que son más importantes y difíciles de conseguir, porque se trata de habilidades esenciales que nos van a abrir puertas, a nosotros y a nuestros alumnos, en multitud de ocasiones en la vida y nos van a a ayudar a ir haciendo camino tejiendo relaciones que generan Vida y, especialmente a ellos que tienen toda la vida por delante, a adaptarse a un contexto y un futuro fluctuantes y nada ciertos. ¿Realmente creemos que es más difícil obtener buenos resultados al aprender conceptos y conseguir una titulación que ser sobresalientes en inteligencia emocional, en liderazgo, en comunicación no verbal o conseguir un notable en habilidades sociales, autoconocimiento o responsabilidad personal?

Life skills podría ser un término más acertado para darles la centralidad que merecen: habilidades para la vida. Porque no se trata solo de desarrollarlas para el ámbito escolar, el desarrollo personal o para el mundo laboral, sino que tienen que tener una amplitud de 360 grados que pongamos en juego y nos ayuden en todas las dimensiones de la vida. Desde esta visión, ¿podríamos trabajar también, por ejemplo, las life skills para la dimensión espiritual? ¿Cuáles serían?



Para conseguir una estrella Michelin podemos ir a una escuela de alta cocina, pero, sobre todo, tenemos que arremangarnos y ponernos a cocinar. En nuestros colegios tenemos las mejores escuelas de cocina: sigamos cocinando con cariño y a fuego lento, con nuestros alumnos y para nuestros alumnos.

Y todo con el mejor de los sazonadores: al estilo del evangelio, al estilo de Claret.

 

“Rico, rico… ¡y con fundamento!”

 

Paula Merelo Romojaro

Colegio Claret Madrid

Equipo Pedagógico Provincial

 

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