Llevamos ya prácticamente un mes
encerrados en casa y entre las muchas consecuencias que esto ha tenido se
encuentra la de intentar mantener el ritmo escolar lo más normalizado posible
dentro de lo anormal de esta situación.
Para muchos de nosotros, docentes,
ha supuesto el empujón definitivo que necesitábamos para zambullirnos en las
nuevas tecnologías: estamos aprendiendo a sacar mayor rendimiento a las
plataformas que ya manejábamos a un nivel más básico, estamos rescatando
recursos cuya existencia nos sonaba, pero nunca habíamos tenido tiempo de
explorar, estamos descubriendo plataformas y aplicaciones totalmente
desconocidas hasta ahora… y no lo estamos haciendo mal. De hecho, el eco de
muchas familias es que sus hijos están
incluso más motivados que antes. Les gusta conectarse a clase por
videoconferencia, acceder a las tareas por el ordenador, tener que elaborar
materiales utilizando las TIC, etc.
Sin embargo, todos estamos
también echando de menos a algunos de nuestros alumnos. Ese gran ojo del “Gran
Hermano” que tienen nuestras plataformas educativas nos dice que no se han
conectado ni una vez, o muy pocas, en todo esto tiempo. Y nos preguntamos qué
les estará pasando. Las historias son muy diferentes y, por tanto, las razones,
muy diversas, pero esta situación que vivimos está, sin duda, dejando al
descubierto una realidad que no podemos obviar: la brecha digital.
El Alto Comisionado contra la
Pobreza Infantil (ACPI) acaba de sacar un estudio que tiene por título Brecha
digital y pobreza infantil en el que, según datos del Instituto
Nacional de Estadística y el Informe
Pisa de 2018, nos presentan la triple desventaja digital de los niños y
adolescentes en hogares más vulnerables: el acceso a internet, los dispositivos
y el uso de las TIC.
Según los datos de este estudio, el 9,2% de los hogares con niños y adolescentes con rentas más bajas carecen de acceso a internet, frente al 0,4% en los hogares con rentas más altas. Sin embargo, el 83% de los hogares con menos ingresos tiene acceso a internet mediante móviles, que no son siempre los dispositivos más adecuados para estudiar y trabajar.
El 23% de los hogares con rentas más bajas
no tiene un ordenador en casa y un 48% de estos hogares no tiene acceso a
tableta. Sin llegar a las rentas más bajas, todos tenemos alumnos que comparten
un único ordenador con varios hermanos y los padres, que ahora también
teletrabajan.
El estudio plantea además que,
sin embargo, estos niños con acceso a internet casi exclusivamente mediante el
móvil, hace un uso intensivo del mismo,
aunque la mitad no se conecta nunca o casi nunca para hacer los deberes. Por el
contrario, en los hogares con rentas más altas, el uso es menos intensivo y con
fines educativos con mayor frecuencia. El estudio explica estas diferencias,
entre otros factores, por la menor participación en actividades extraescolares de
estos menores y porque sus padres carecen de tiempo o capacidades suficientes
para acompañar la conexión de sus hijos, lo que disminuye la calidad de la
misma.
La carencia de dispositivos y
conexiones a internet se está intentando paliar mediante iniciativas
solidarias y otras
gubernamentales de urgencia, al menos en forma de pequeños parches. A
nosotros, sumergidos en esta crisis como estamos, nos toca extremar la
creatividad para encontrar maneras de llegar a todos, pues, tal y como marca
nuestro Ideario, nos preocupamos por
atender a los más desfavorecidos de nuestros centros (Ideario 6.2.) y somos
conscientes de que la educación implica,
por parte del educador, adaptarse al alumno, a su ritmo de aprendizaje y a sus
peculiaridades personales (Ideario 18.3). Así, debemos buscar alternativas al trabajo
online, flexibilizar plazos y formatos, y tratar de hacernos presentes para sostener
y animar, intentando de esta forma minimizar el impacto de la brecha digital
entre nuestros alumnos.
Además, a la luz de los datos del
informe del ACPI creo que también tenemos una tarea a más largo plazo, una vez
pase esta crisis. Se me ocurren dos reflexiones:
La primera sería que, como
educadores, debemos acompañar y educar a
nuestros alumnos en el uso de internet. A veces caemos en el error de que,
por ser nativos digitales, ya se lo saben todo en este campo y, más que nunca
en este momento, nos estamos dando cuenta de que no es así. También en esto
necesitan que les orientemos y les ayudemos a hacer un uso adecuado de internet,
ya que adquirir estas habilidades no solo
afecta a sus posibilidades de aprendizaje e interacción presentes, sino también
a sus oportunidades educativas, sociales y laborales futuras.
En segundo lugar, a la luz de lo
que nos comentan muchos padres y constatamos en nuestros alumnos, que las TIC-TAC-TEP funcionan y ayudan a
incrementar su motivación, así como su centralidad y responsabilidad en su
proceso personal de aprendizaje: perdámosles el miedo, hagamos uso frecuente de
ellas en nuestras clases. ¡Avancemos en la implantación de nuestro modelo TIC!
No dejemos que todo lo aprendido
en estos días caiga en el olvido a la vuelta.
Paula Merelo Romojaro
Colegio Claret Madrid
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